Samuel Eto’o y su Balón de Oro. Esa fue la frase que volvió a la palestra tras los dichos de José Mourinho, quien en entrevista con medios cameruneses lamentó profundamente que el exdelantero africano jamás haya recibido el mayor reconocimiento individual del fútbol.
El técnico portugués, actualmente en Fenerbahçe, recordó la brillante carrera del goleador: “Es difícil entender cómo nunca ganó el Balón de Oro con la impresionante trayectoria que tuvo”, dijo. Mourinho no habla desde la emoción, sino desde la experiencia. Él dirigió a Eto’o en el Inter de Milán, donde juntos ganaron la Champions League 2010 y lograron el histórico triplete.
Lee también: Premier League 2025: Final de película
La carrera de Samuel Eto’o es una enciclopedia de logros: títulos con Barcelona, donde anotó en dos finales de Champions; figura en el Inter campeón de Europa; medalla olímpica con Camerún y máximo goleador de la Copa Africana de Naciones. A pesar de ello, su mejor puesto en el Balón de Oro fue un sexto lugar en 2006, lo que alimenta el debate sobre el sesgo histórico hacia jugadores africanos.
“Jugó para los mejores clubes del mundo, anotó muchísimos goles, fue decisivo en las grandes finales. No entiendo cómo no lo premiaron nunca”, sentenció Mourinho. Su análisis apunta también a una crítica estructural: la falta de visibilidad mediática y política que han tenido históricamente los jugadores africanos, incluso en sus picos más altos de rendimiento.
El caso de Eto’o reabre un viejo debate: ¿realmente el Balón de Oro premia al mejor o al más mediático? Porque si hablamos de impacto, liderazgo y goles, el camerunés debería estar en la lista de ganadores.
Como bien dijo Mourinho, lo de Samuel Eto’o y el Balón de Oro es una de esas deudas del fútbol que duelen. No se trata solo de un premio, sino de un símbolo de reconocimiento que, en este caso, se quedó guardado en el vestuario de la injusticia.