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Muere Juan Ramón «la Bruja» Verón, leyenda eterna de Estudiantes

Por Allan Santander

Periodista

juan ramón varón
Juan Ramón Verón, exdelantero de Estudiantes de La Plata (Foto: El Gráfico)
Juan Ramón Verón falleció a los 81 años. Dejó una marca indeleble en la historia de Estudiantes con su talento, sus goles y su legado, que continúa con su hijo Juan Sebastián.

Juan Ramón Verón, el mítico delantero de Estudiantes de La Plata conocido como «La Bruja», murió este martes a los 81 años. Su salud había empeorado en los últimos días y permanecía internado por un cuadro de deterioro progresivo con complicaciones renales.

Desde las tribunas de tablones, los hinchas lo ovacionaban con un cántico inolvidable: “Si ve una Bruja montada en una escoba, ese es Verón, Verón que está de moda”. El verso resumía la idolatría y el hechizo que provocaba cada vez que tocaba la pelota.

MAGO DEL EQUIPO DE ZUBELDÍA

Juan Ramón Verón fue parte esencial del inolvidable Estudiantes de los años ’60 y ’70, dirigido por Osvaldo Zubeldía. Aquel equipo rompió moldes con un estilo táctico, físico y aguerrido. Dentro de ese esquema disciplinado, Verón era el artista. Desde la banda izquierda, se desmarcaba del rigor para encender el juego con su gambeta eléctrica, su imaginación y su olfato goleador.

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El propio Roberto Fontanarrosa, escritor y dibujante argentino, lo describió así: “Donde estaba él, parecía terminar la táctica y comenzar la imaginación o el acaso”. Y tenía razón. Verón rompía partidos imposibles. Como en aquella semifinal del Metropolitano ’67 ante Platense, cuando descontó con un cabezazo y comenzó la remontada que selló el pase a la final.

NACIMIENTO DE UNA LEYENDA

Nacido el 17 de marzo de 1944 en La Plata, debutó en la Primera de Estudiantes con solo 18 años, en 1962. Tras un paso por las divisiones inferiores que marcaron época como “la tercera que mata”, volvió a afianzarse en 1965, justo cuando Zubeldía asumía la conducción técnica.

Desde ahí, todo fue historia. En 1967 llegó el primer título local. Luego vinieron tres Copas Libertadores (1968, 1969 y 1970), una Intercontinental ante el Manchester United y la Interamericana. En todas, la Bruja fue protagonista. En la final de la Libertadores del ’68 le marcó a Palmeiras en los tres partidos. Y en Old Trafford, anotó el gol más recordado de su carrera, el del título mundial.

Después de brillar, probó suerte en el Panathinaikos griego y en el fútbol colombiano. Pero Estudiantes era su casa. En 1975 regresó al club, y lo hizo en un día inolvidable: le convirtió un gol a Gimnasia el mismo día que nació su hijo, Juan Sebastián.

“Estábamos concentrados en el country y mi mujer llamó el sábado por la noche… A la mañana siguiente vino y me dijo: ‘Nació tu pibe, andante a verlo’. Fui hasta la clínica, me quedé un rato… y a la tarde le hice el gol a Gimnasia”, recordó años después.

Su retiro oficial llegó en 1985, tras una fractura jugando para Juventud Unida de Madariaga. Aunque la palabra “retiro” nunca le sentó. Siempre estuvo ligado al club de sus amores: dirigió inferiores, trabajó en proyectos institucionales y fue testigo del regreso triunfal de su hijo, quien también se convirtió en presidente de Estudiantes.

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