Deportes

Mundial de Clubes: ¿ventaja sudamericana por descanso?

Anto Fuenzalida

Periodista

Mundial de Clubes 2025
Foto: X / @FIFACWC
El nuevo torneo de FIFA busca marcar una era histórica, pero genera sobrecarga, desequilibrio y críticas por parte de las propias ligas locales.

La edición 2025 del Mundial de Clubes —la primera con 32 equipos— se promociona como un hito en la globalización del fútbol. Pero, mientras la FIFA lo celebra como el torneo del futuro, crece el debate en torno a sus consecuencias: desde el desgaste físico de los jugadores, hasta la creciente desigualdad entre gigantes y clubes menores. ¿Quién gana realmente con este torneo?

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EUROPA LLEGA ROTO, SUDAMÉRICA LLEGA FRESCO… ¿O MENOS PREPARADO? 

Los equipos europeos, como el Real Madrid o el Manchester City, llegan con un calendario absolutamente saturado. Vienen de jugar Champions, copas domésticas y ligas de altísima intensidad. Muchos de sus jugadores, además, disputaron Eurocopa o Copa América apenas semanas antes del torneo.

Kylian Mbappé, por ejemplo, no pudo jugar el debut madridista por un cuadro viral. Otros, como Bellingham o Vinicius, han llegado exhaustos. Hay jugadores con más de 60 partidos jugados en la temporada.

En contrapartida, los equipos sudamericanos —como River, Palmeiras o Boca— llegan con menos minutos en el cuerpo, más semanas de entrenamiento y menos presión física acumulada. Pero esa “ventaja” también es relativa: tienen menos roce con la elite mundial, menos ritmo competitivo internacional y menos profundidad de plantel.

¿UNA FIESTA PARA TODOS O UN NEGOCIO PARA POCOS?

Más allá de lo deportivo, las voces críticas hacia el torneo no se han hecho esperar. El presidente de LaLiga española, Javier Tebas, fue tajante esta semana: calificó el Mundial de Clubes como un “amistoso de verano” que amenaza el equilibrio del fútbol profesional. No se opone por romanticismo, sino porque —según él— la expansión del torneo fractura el calendario, debilita a las ligas nacionales y acrecienta las desigualdades estructurales del fútbol global.

Y tiene argumentos: los premios que ofrece la FIFA alcanzan los 100 millones de euros para algunos participantes, cifras imposibles de igualar por torneos locales. Además, la necesidad de aplazar partidos de liga, congestionar fechas y reorganizar temporadas enteras deja a las competencias nacionales debilitadas y con menor audiencia.

¿Y EL RESTO DEL MUNDO?

Mientras brasileños y argentinos tienen recursos para armar planteles que compitan en este nuevo escenario, clubes de Chile, Ecuador, Colombia o Perú quedan fuera de la foto. El Mundial de Clubes no democratiza el fútbol: lo concentra aún más en los poderosos.

FIFA habla de futuro, de expansión y de nuevas oportunidades. Pero la realidad es que, mientras algunos clubes agrandan su vitrina y sus cuentas bancarias, otros pierden espacio, exposición y jugadores.

El Mundial de Clubes representa un dilema central del fútbol actual: crecer en espectáculo sin perder alma. El torneo 2025 deja claro que la riqueza es de unos pocos y el desgaste es de todos. Si la élite global sigue absorbiendo el calendario, los recursos y la atención, el fútbol corre el riesgo de quebrarse por donde siempre: en los clubes medianos, en las ligas olvidadas y en los jugadores que ya no dan más.

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