La Roja sub-20 vivió su última noche en el Mundial. Ante México, en Valparaíso, la Roja fue superada con claridad (4-1) y cerró su participación con un balance que preocupa más allá del resultado. Un equipo sin identidad, sin contundencia y con una dirección técnica que no logró descifrar su propio libreto.
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La ilusión en el Elías Figueroa duró poco. Desde el arranque, México impuso condiciones frente a una selección chilena que repitió la fórmula de los partidos anteriores: orden inicial, descoordinación al retroceder y escaso peso ofensivo. En los primeros minutos hubo un par de insinuaciones, pero la sensación era que todo costaba demasiado.
El equipo de Nicolás Córdova, que había avanzado a octavos más por cálculo que por convicción, nunca logró sentirse cómodo. Con Milovan Celis improvisado como volante central y un mediocampo que no conectaba líneas, Chile fue retrocediendo ante el control mexicano. La presión del “Tri” encontró grietas por el sector izquierdo, donde Patricio Romero sufría con las subidas de Diego Sánchez.
El 1-0 llegó en el minuto 26, cuando Tahiel Jiménez definió con un zurdazo tras una gran asistencia de Gilberto Mora. Era el resumen perfecto: México fluido, Chile trabado. Las estadísticas lo confirmaban: apenas 30% de posesión y menos de la mitad de pases completados.
En el complemento, Córdova movió piezas. Millán pasó al centro y la Roja pareció renacer. Hubo energía, presión y hasta un reclamo por penal. Pero cuando más cerca parecía el empate, México mostró la diferencia entre un equipo trabajado y otro que improvisa. Iker Fimbres puso el 2-0 y, desde ahí, todo fue cuesta abajo.
Los últimos minutos solo sirvieron para agrandar la herida: Camberos marcó dos goles más y Rossel descontó tarde, cuando el público ya digería lo inevitable. Fue una eliminación cantada, previsible y, sobre todo, dolorosa.
Más allá del resultado, la derrota deja interrogantes. El proyecto de Córdova apostó por rotaciones, por métricas y control de cargas, pero nunca encontró fútbol. Chile Sub 20 termina el Mundial con tres derrotas en cuatro partidos, un solo triunfo y una identidad difusa. Ni la localía, ni la historia, ni la ilusión pudieron maquillar el vacío.