Discurso largo, efecto corto Por Víctor Maldonado R.
El problema no es lo que pase con el CAE, sino qué pasará con las coaliciones de gobierno.
El equipo político de La Moneda ya está reinterpretando la promesa inicial para poder acomodarla a los compromisos que se están procesando.
El resultado será una versión bastante poco reconocible de la oferta inicial, por lo que interesa saber cómo reaccionarán los actores.
Por ahora, todo parece inusualmente tranquilo debido a la proximidad del mensaje presidencial. No se puede llegar a este evento en medio de una disputa abierta.
Estas no son de las polémicas que se abren o se cierran a voluntad.
No se trata de solucionar un tema puntual.
Lo que se define es el enfoque predominante en el gobierno y las soluciones de compromiso brillan por su ausencia.
Pasado el 1 de junio, las diferencias se retomarán con fuerza o con lo que quede de fuerza. Les toca dar el siguiente paso al Frente Amplio y al PC.
Se trata de dar la señal a sus electores de lo que se puede esperar de sus liderazgos cuando los ciudadanos son convocados a las urnas y los partidos se pesan.
La expresión de simple sentido común no suele ser la reacción más frecuente en política.
No parece verosímil que, en el Frente Amplio, ahora un partido en constitución, los postulantes a dirigirlo acepten a coro que les toca ceder y acomodarse a un liderazgo proveniente del socialismo democrático, los que han pasado de allegados de última hora a los dueños de casa.
Algo no cuadra.
La reacción más importante ha de provenir del PC. En un partido más que centenario, no es esperable que predominen las consideraciones de corto plazo, ni tampoco su acomodo tranquilo a las necesidades de gobierno.
Si hay un norte que le sirva de guía, este será el reforzar su presencia social, en vista de la disputa por el liderazgo de la izquierda en el futuro próximo.
Si esto último peligra o está al menos en retroceso, los próximos pasos son decisivos.
Lo que no va a tener una aceptación tranquila es el predominio paulatinamente instalado del PS.
Dos acontecimientos no pueden dejar de verificarse:
La menor influencia de Boric apenas termine su discurso y la búsqueda de nuevos socios por parte de los actuales componentes de las coaliciones de gobierno.
Boric perderá influencia porque, cada vez más, las decisiones que importan no tendrán como punto de referencia al gobierno, sino a demandas electorales partidarias en temas que definirán los programas futuros y los debates actuales.
El gobierno descubrirá que cada vez tendrá menos que decir al respecto y que la búsqueda de soluciones de compromiso concitará menos audiencia.
De pronto se caerá en cuenta que los temas que de verdad importan son los que han quedado pendientes de dilucidar en la víspera y que el debate se expresará con inusual viveza.
Raya en el agua
Las presiones, hoy apenas contenidas, se acumulan en la caldera y las decisiones que se toman se prolongarán mucho más tiempo del que dura esta administración.
El próximo mensaje presidencial saldrá rápidamente de la atención ciudadana apenas expresado. El actor que dominará la escena es la competencia política.
Si lo que ha unido es el gobierno, se estará menos unido a medida que queda poco gobierno.
Para muchos será una sorpresa lo que empiece a pasar en junio.
