Política

Enanos en los hombros de un gigante

Víctor Maldonado R. Sociólogo

Licenciado en Sociología y Magíster en Ciencias Políticas, ambas de la Universidad de Chile.

Mientras la oposición fue minoría en el Congreso, tuvo sus mejores momentos buscando ampliar su área de influencia.

Mirado desde fuera, Chile debe parecer el país donde vive Hermosilla y pasa una que otra cosa adicional.

Al menos, esa es la percepción que deja la lectura de la prensa diaria. Sin embargo, cuando se deja de ver es cuando más pasa.

Mucho ruido, pocas nueces

Hay que estar alertas para detectar los intentos de superar los problemas bien reales que están teniendo en cada sector político.

En la oposición, por ejemplo, se están moviendo mucho, pero está pasando poco.

En la derecha los esfuerzos se dedican a exigir que cesen los ataques en su contra, a conmemorar fechas históricas, a hacer el seguimiento de un caso judicial y, extrañamente, a intentar acusaciones constitucionales.

Estar divididos no les ayuda

Es evidente que el listado de preocupaciones de la oposición es como describir el menú del despistado.

Están dispersos porque es poco lo que los aglutina y porque no hay nadie que los obligue a levantar la vista y ver más lejos.

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Una aproximación muy valiente y descarnada de lo que está pasando en la derecha lo ha aportado el diputado Francisco Undurraga, de Evópoli, quien ha señalado que “se acabó la temporada de darse gustos para generar división al interior de las oposiciones”, una descripción precisa de lo que acontece.

La gran brecha que divide a la oposición

Significa que la oposición no es una sola, que está dividida y que eso es producto del regreso del excesivo individualismo en las acciones que ha caracterizado a la derecha en sus momentos menos gloriosos.

Pero ¿cómo puede estar ocurriendo que predomine tanto la confusión en los días previos a que este sector tenga un importante repunte electoral?

Se explica porque lo que tiene de mejor la derecha son sus electores, no sus dirigentes.

Es la lealtad de sus votantes lo que saca a la oposición de su habitual falta de altura.

Y lo más cómico es que los buenos resultados son interpretados en retrospectiva por sus dirigentes, como obra de sus dotes de estadistas.

Para cuando ello ocurra, habrá que recordar lo que dice Undurraga cuando describe la actuación opositora en el Parlamento: “no se ha generado una acción colectiva” y eso se ha expresado en su actual división.

La oposición solo sabe ser minoría

Mientras la oposición fue minoría en el Congreso, tuvo sus mejores momentos buscando ampliar su área de influencia.

Cuando a partir del Rechazo pudo coincidir con un sector desgajado de la centroizquierda y pasó a predominar, allí mismo dejó de hacer esfuerzos para crecer o hacer buena política.

No se le puede pedir a republicanos que sepan aprovechar las oportunidades que cualquier moderado identificaría con precisión. Ellos siguieron igual de intransigentes y su auge y caída se explica por ser como son.

En cambio, la centroderecha no tiene excusa para justificar lo que les está pasando.

Se pusieron a dudar sobre lo que estaban haciendo y empezaron a competir por quien golpeaba más la mesa y con eso perdieron liderazgo.

Empezaron a perder terreno cuando dejaron la creatividad política para los espacios que iba dejando el cultivo de los conflictos con los adversarios, para cuando se dieron cuenta ya predominaba tanto el ambiente agresivo que no quedó espacio para la creatividad ni, de paso, para la centroderecha.

Pasan siendo madrugados por no reunirse y no se reúnen porque no hay conducción.

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