Especial 18-O

18-O: Las huellas de la manifestación

María Belén González

18-O manifestación
Imagen AgenciaUno
El estallido social estuvo marcado desde un comienzo por la destrucción de diversos emblemas.

Este viernes 18 de octubre se cumplen cinco años desde el estallido social de 2019. Un momento en que se puso en jaque la institucionalidad de Chile y que derivó en dos procesos constituyentes que fracasaron. 

Cabe recordar que la previa del 18-O estuvo marcada por las protestas de los secundarios debido al alza del precio del transporte público.

Luego de ello, se registraron manifestaciones masivas a lo largo del país, en las cuales los chilenos demandaban igualdad en diversos ámbitos.

Sin embargo, el proceso fue opacado por gravísimos hechos de violencia, como destrozos en más de un centenar de estaciones de Metro y saqueos al comercio.

LAS HUELLAS DE LA MANIFESTACIÓN

Junto a lo anterior, diversos emblemas del país también fueron dañados durante este importante proceso. De hecho, el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) y el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural (SNPC) realizaron un catastro nacional para dar cuenta del daño.

De los dos mil 571 inmuebles patrimoniales catastrados, 940 (36,5 %) presentaron algún tipo de alteración. En concreto, 141 monumentos históricos fueron dañados, 799 inmuebles de Zonas Típicas resultaron con algún tipo de afectación y 413 monumentos públicos. 

Según detallan en el catastro, los actos de vandalización se tradujeron en rayados, vidrios rotos e intentos de incendio. Cabe señalar que la mayoría de los daños se concentraron en la región Metropolitana.

Entre los efectos más significativos que consigna este catastro destacan los monumentos con daños mayores producto de actos incendiarios. Tal como lo ocurrido con la iglesia de la Veracruz, el Barrio Lastarria de Santiago, el Mercado Central Municipal de Talca y el edificio de la Seremi de Educación en Coquimbo. 

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UN ATAQUE A LA RELIGIÓN

El 12 de noviembre de 2019, en medio de las manifestaciones, se registró un incendio en la Iglesia de la Veracruz, que afectó gravemente su salón principal.

Este es un edificio de casi 170 años de antigüedad que fue declarado Monumento Histórico de la ciudad y que se encuentra ubicado en pleno Barrio Lastarria, en el centro de Santiago. Tras el siniestro, la fachada se pintó para tapar los grafitis del estallido social, y el acceso central y las ventanas fueron clausuradas con planchas de metal.

Iglesia de la Veracruz

Por lo ocurrido, en marzo de 2020 el Consejo de Defensa del Estado presentó una querella criminal.

De acuerdo con material audiovisual, un sujeto encapuchado lanzó un elemento acelerante en la puerta principal del templo. 

Producto del fuego se quemaron por completo el piano, los cuadros que colgaban de las paredes, muebles, ventanas y puerta principal, datos que constan en un informe evacuado por el Servicio Nacional de Patrimonio Cultural. 

Hasta el momento no hay responsables del incendio. Sin embargo, forma parte de un proyecto de Remodelación y Restauración, con el cual se espera su reapertura.

UN FRENO PARA LA EDUCACIÓN

En el ámbito educacional, uno de los edificios que fue destruido durante el estallido social fue la Secretaría Regional Ministerial de Coquimbo, la cual, sufrió un ataque incendiario en noviembre del 2019.

En junio de 2024, a solo unos meses de que se cumplan cinco años del siniestro, el ministro de Educación, Nicolás Cataldo, lideró la inauguración de las obras de recuperación del primer piso del edificio.

«Tiene varios beneficios para nuestros usuarios, para las funcionarias y funcionarios de la seremi, en términos de tener un espacio digno de trabajo. 

Pero también en lo que tiene que ver con la recuperación del espacio público, sobre todo en una zona tan relevante como es la Avenida de Aguirre para la comuna de La Serena», destacó en la instancia el ministro.

Los trabajos mantuvieron la línea arquitectónica del edificio, construido en 1952, en el marco del «Plan Serena» y declarado Monumento Histórico en 2002.

UN GOLPE A LA CULTURA

Uno de los lugares más afectados fue el Museo Violeta Parra, ubicado en la avenida Vicuña Mackenna de Santiago, casi en el centro de las manifestaciones.

A lo largo del estallido social el museo sufrió tres incendios, los cuales afectaron y destruyeron su infraestructura.

Museo Violeta Parra.

Este museo se constituyó como un espacio cultural en homenaje a la memoria, trabajo y legado de Violeta Parra.

Fue construido por decisión del gobierno e inaugurado por la presidenta Michelle Bachelet el 4 de octubre de 2015. Esto, con ocasión del aniversario 98 del nacimiento de la artista.

Luego de ser destruido, las puertas del Museo Violeta Parra se abrieron en enero de 2023 para una serie de visitas guiadas por sus ruinas. 

De hecho, en enero de este año se inauguró allí el «Museo de Bolsillo Violeta Parra» y desde entonces ha sostenido una programación con varias ofertas durante abril.

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RECUPERAR LO PERDIDO 

Producto del estallido social el gobierno de turno creó el Plan Recuperemos Chile. Fue una iniciativa para enfrentar los daños generados en el espacio urbano. 

Por ello, el ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio y la secretaría Técnica del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) se coordinaron para realizar un trabajo intersectorial. Esto, para apoyar el proceso de recuperación de bienes e inmuebles patrimoniales.

En ese contexto, se generaron acciones concretas de apoyo: obras de emergencia y preventivas, lineamientos técnicos para limpiezas e intervenciones.

También, protocolos para agilizar autorizaciones en reparaciones de inmuebles patrimoniales, catastros georreferenciados de daños y alteraciones en monumentos, entre otros.

EN BÚSQUEDA DE UNA EXPLICACIÓN

Tras todo lo anterior, se busca comprender la motivación de la ciudadanía para volcarse en contra de diversos patrimonios nacionales. En esa línea, la Dra. Francisca Márquez, académica de Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Alberto Hurtado, dijo a Está Pasando lo siguiente:

«La destrucción de los “patrimonios oficiales”, esto es, de aquella arquitectura y monumentalidad que merece ser resguardada y protegida por el Estado, fue ante todo un reclamo a ese privilegio. 

En el acto de destrucción hubo un reclamo, a menudo furioso, al privilegio que algunas figuras históricas tienen de existir y hacer presencia en el espacio público. 

La destrucción de monumentos militares, eclesiales y fundamentalmente masculinos fue un grito furioso a la ausencia de reconocimiento a la diversidad de voces en la historia social y urbana de Chile y sus ciudades. 

No hay que olvidar tampoco que cuando se destruye también se crean nuevos sentidos, y posiblemente, nuevos patrimonios», remarcó la doctora.

Junto con ello, aseveró que «habría que preguntarse si el patrimonio instalado en Chile, ‘sirve’ efectivamente a la comunidad. Probablemente el problema es que no solo no sirve, sino que tampoco representa ni acoge a quienes habitan los márgenes de la sociedad. 

Es importante empezar a ver la destrucción de estos lugares como un problema del centro para acoger la diferencia, exacerbando así la exclusión, el malestar y la ira», concluyó la académica.

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