Al menos 37 personas murieron y 105 resultaron heridas el martes en una serie de ataques efectuados por Israel contra diversas localidades en el sur, centro y este del Líbano, según informó este miércoles el Ministerio de Salud Pública libanés.
Estos ataques forman parte de una escalada de tensión que ha caracterizado las últimas semanas en la región, marcadas por enfrentamientos directos entre Israel y el grupo chií libanés Hezbolá.
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El ministerio especificó que la mayor parte de las víctimas mortales se registraron en la provincia central de Monte Líbano, donde 26 personas perdieron la vida. Además, otras ocho personas murieron en las regiones del sur y Nabatiye.
La aviación israelí bombardeó intensamente la región nororiental de Baalbek-Hermel, donde asesinaron a tres personas y, según las autoridades locales, causaron al menos una treintena de muertos solo en esa área.
Con este nuevo recuento de víctimas, el número total de muertos desde el inicio de los choques entre Israel y Hezbolá asciende a 3.050, mientras que los heridos suman ya 13.658. Estos enfrentamientos comenzaron el 8 de octubre de 2023 y han sido parte de un conflicto prolongado que ha afectado gravemente a la población civil del Líbano.
Hezbolá, considerado como una organización terrorista por la Unión Europea y otros países, ha sido el principal actor en el lado libanés del conflicto.
DESTRUCCIÓN DE INFRAESTRUCTURA MÉDICA
Según la información proporcionada por el Ministerio de Salud Pública, de las víctimas mortales, 600 eran mujeres y 190 eran niños, mientras que el resto, 2.194, eran hombres.
La situación también ha afectado considerablemente a los servicios médicos en el país; el ministerio denunció que el Ejército israelí ha matado a al menos 179 trabajadores sanitarios y ha dañado más de un centenar de instalaciones médicas en distintos puntos del Líbano.
La destrucción de infraestructura médica ha dificultado el acceso a la atención sanitaria para miles de personas en medio de la crisis humanitaria provocada por los bombardeos.
Muchas de las instalaciones dañadas eran centros de salud comunitarios y hospitales que brindaban atención esencial, no solo a los heridos en los enfrentamientos, sino también a los pacientes con otras necesidades urgentes de salud.
Las imágenes de la destrucción muestran edificios colapsados y zonas residenciales completamente arrasadas, mientras que miles de personas han tenido que desplazarse hacia otras regiones en busca de refugio seguro.
Esta nueva ola de violencia ha intensificado el sufrimiento de la población civil, que sigue soportando las consecuencias de un conflicto que parece no tener un final cercano