Internacional

Barajas el aeropuerto convertido en refugio

Editado de agencias y medios internacionales por Cristian Navarro H.

Periodista

Barajas
Foto: Publicado en X por @herqles_es
El fenómeno no es nuevo. En 2010 ya se reportaban personas sin hogar en el aeropuerto

En la Terminal 4 del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, el bullicio habitual de los vuelos convive con la realidad silenciada de unas 500 personas sin techo, muchas de ellas migrantes africanos y latinoamericanos, que han encontrado allí su último refugio. Durante las noches, entre controles de seguridad y restricciones, estas personas enfrentan un clima de desamparo institucional y estigmatización social.

CONTROLES, DESALOJOS Y ESTRATEGIAS DE EVASIÓN

La noche del 21 de mayo, al menos 22 vigilantes se desplegaron en los accesos del aeropuerto con una consigna clara: impedir que ingresaran personas sin tarjeta de embarque entre las 18:00 y las 05:00. A pesar del operativo, decenas lograron pasar y dormir en la terminal. Algunos burlaron los controles por rampas secundarias o puertas de emergencia; otros ya estaban dentro antes del despliegue.

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El sindicato UGT reportó que unas 150 personas fueron bloqueadas, pero otras 170 durmieron dentro del recinto. Para el gremio ASAE, favorable al desalojo, la medida fue un “fracaso”.

“DE AQUÍ ME SACAN, PERO AL CALABOZO”

Mahmadou, senegalés de 51 años, intentó ingresar después de las 22:00. Al ser interceptado por ocho guardias, se sentó frente a ellos y esperó a la policía. “Esto no es normal, esto es tortura”, gritó otro joven desde un piso superior. Cuando llegaron los agentes, uno le ofreció volver antes de las 18:00. Mahmadou, indignado, respondió: “¿Y hoy dónde voy a dormir? ¿En la calle? De aquí me sacan, pero al calabozo”, dijo, simulando un arresto.

CHOQUE POLÍTICO: MADRID VS. GOBIERNO CENTRAL

El fenómeno no es nuevo. En 2010 ya se reportaban personas sin hogar en el aeropuerto, pero el tema recobró fuerza tras un informe de febrero que alertó sobre el aumento exponencial de esta población. Las cámaras llegaron, y con ellas, la disputa política.

El defensor del Pueblo instó a AENA (empresa estatal que administra el aeropuerto) y al Ayuntamiento de Madrid a coordinar una respuesta. El 22 de mayo, el alcalde José Luis Martínez-Almeida (PP) anunció un acuerdo para realizar un censo y aumentar la periodicidad de reuniones técnicas. Sin embargo, no se plantearon soluciones habitacionales concretas.

“NO LES IMPORTA SI TENEMOS HAMBRE”

Héctor Porras, exmilitar venezolano de 40 años, duerme en Barajas desde octubre de 2024. Este miércoles, los controles le impidieron volver tras visitar una ONG. “Me humillaron ante las cámaras y los empleados del aeropuerto se reían”. Finalmente, entró por una escalera de emergencia.

“Te hacen sentir como una porquería. No les importa ni que las personas tengan hambre”, resume. Lleva seis meses esperando autorización para trabajar como solicitante de asilo y no ha podido llamar a su hijo desde hace semanas. “Él espera su regalo de Niño Jesús y que le pague el colegio. Ese peso me desespera”, confiesa.

UNA RESPONSABILIDAD DILUIDA

Aunque la asistencia a personas sin hogar corresponde al Ayuntamiento, este alega que la sobrecarga de servicios sociales le impide intervenir en Barajas. A su vez, busca involucrar al Gobierno central por la presencia de solicitantes de asilo. Mientras tanto, las competencias se diluyen y la ayuda no llega.

Entre los afectados hay personas de todas las edades, con o sin papeles, algunos con empleos precarios. Dormir en el aeropuerto no es elección, sino única alternativa ante la falta de plazas en albergues.

“SI HUBIESE ALBERGUES, NADIE VENDRÍA AL AEROPUERTO”

Las medidas de AENA han incluido cerrar baños y cortar el agua desde la medianoche, impedir el acceso a organizaciones que llevan comida, y reubicar a los sintecho a zonas menos visibles.

A pesar de todo, han logrado crear pequeños sistemas de apoyo: se turnan para buscar comida, cargar celulares o cuidar pertenencias. Esta red de supervivencia contrasta con la forma en que algunos medios internacionales los retratan. “The Sun”, por ejemplo, los llamó “zombis”, en una comparación con barrios afectados por fentanilo en EE. UU.

MAHMADOU: ENTRE EL RACISMO Y EL DESAMPARO

Casi a medianoche, los policías preguntaron a Mahmadou si aceptaría ir a un albergue. “Por supuesto que sí”, respondió. A pesar de estar nacionalizado y trabajar en la construcción, su separación matrimonial lo dejó en la calle. Ha buscado arriendo, pero dice que lo rechazan por su color de piel: “Me dicen que el piso ya está arrendado cuando me ven”.

Finalmente, tras llamadas entre la policía, AENA y servicios sociales, no encontraron una plaza. “Hasta aquí llegamos”, dijo un agente. “Y a ver si esto sale en las noticias, para que se sepa de quién es la culpa”.

Mahmadou entró al aeropuerto con sus cosas en un carrito, bajo la mirada de quienes aplaudían desde arriba. “Las personas que duermen aquí no lo hacen porque quieren, sino porque no tienen otra opción”.

 

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