El primer ministro canadiense, Mark Carney, declaró que la histórica relación de cooperación estrecha con Estados Unidos ha llegado a su fin. La declaración se da tras el anuncio del presidente estadounidense, Donald Trump, de imponer un arancel del 25% a las importaciones de automóviles, una medida que Ottawa considera una violación directa de los acuerdos comerciales vigentes.
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Carney calificó los aranceles como “injustificados” y prometió una respuesta con “el máximo impacto en EE. UU. y el mínimo en Canadá”. En ese marco, el Gobierno federal anunció un fondo de respuesta estratégica de 1.400 millones de dólares para proteger el empleo en el sector automotriz, clave para la economía del país.
“La antigua relación basada en la integración económica y la cooperación en materia de seguridad ha terminado”, afirmó el primer ministro desde Ottawa, marcando un giro en la política exterior canadiense hacia su principal socio comercial.
PREPARATIVOS PARA LA REPRESALIA
El anuncio de Trump, realizado el miércoles y acompañado por la promesa de que los aranceles serán “permanentes”, encendió las alarmas en Canadá. La industria automotriz del país emplea directamente a unas 125.000 personas y sustenta a más de medio millón en sectores vinculados.
“El Gobierno federal hará todo lo posible para proteger a nuestros trabajadores y empresas”, sostuvo Carney. En su declaración, el mandatario también afirmó que la soberanía canadiense “no está en discusión” y rechazó categóricamente cualquier intento de debilitar al país.
“Ningún esfuerzo por quebrar al pueblo canadiense prosperará. Eso nunca sucederá”, aseguró.
El primer ministro reveló que el presidente Trump lo contactó para agendar una llamada, en la que planea insistir en la necesidad de mantener “una relación de cooperación y respeto mutuo” por el bien de ambas economías. Sin embargo, advirtió que Canadá se prepara para responder con firmeza y proteger sus intereses.
UNA RELACIÓN BILATERAL CADA VEZ MÁS TENSA
La tensión entre ambos países ha ido en aumento desde el regreso de Trump a la Casa Blanca, el pasado 20 de enero. Ya en semanas anteriores, el presidente republicano había reinstaurado aranceles sobre el acero y el aluminio canadienses, y amenazó con extender medidas similares a todos los productos importados desde Canadá a partir del próximo 2 de abril, fecha que bautizó como el “Día de la Liberación de la economía de Estados Unidos”.
Más allá del impacto económico, las acciones de Trump han generado indignación en la opinión pública canadiense. Algunos movimientos ciudadanos promueven boicots a productos estadounidenses, en respuesta a declaraciones del presidente, quien incluso sugirió que Canadá debería convertirse en “el estado número 51” de Estados Unidos.
La crisis entre los tradicionales aliados norteamericanos abre una nueva etapa de incertidumbre económica y diplomática en la región, con consecuencias que podrían extenderse a otros sectores y socios comerciales.
🇨🇦🇺🇸 Mark Carney, primer ministro de Canadá: «La antigua relación que manteníamos con Estados Unidos, basada en una integración cada vez mayor de nuestras economías y en una estrecha cooperación militar y en materia de seguridad, ha llegado a su fin.
Ha llegado el momento de… pic.twitter.com/Zb09yLQHH2
— Descifrando la Guerra (@descifraguerra) March 27, 2025