Internacional

Claves para comprender la crisis de combustible en Bolivia

Editado de agencias y medios internacionales por Cristian Navarro H.

Periodista

Bolivia
Foto: Publicado en X por @RadarAustral_
El Estado boliviano no solo compra combustible, sino que lo subvenciona, vendiéndolo a un precio menor al de adquisición.

Desde hace más de un año, Bolivia enfrenta periódicamente la escasez de diésel y gasolina. La situación se agravó la semana pasada cuando el Gobierno admitió que no puede cubrir la demanda debido a la falta de dólares.

En el último año, las temporadas de escasez de combustible en Bolivia se han vuelto más frecuentes y prolongadas. Hasta hace poco, el Gobierno del presidente Luis Arce negaba una crisis estructural y atribuía la irregularidad en el suministro a factores externos. Las autoridades insistían en que la provisión estaba garantizada y culpaban la sobre demanda, la especulación o problemas logísticos.

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Sin embargo, esta semana, el ministro de Hidrocarburos y el presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) confirmaron lo que muchos temían: la escasez de combustible es resultado de la falta de dólares para su compra.

ORIGEN DE LA CRISIS

Bolivia experimentó más de una década de bonanza gracias a los ingresos por la venta de hidrocarburos. Sin embargo, desde 2014, la producción de gas y las exportaciones han caído de manera sostenida, debilitando la industria petrolera.

En 2023, la crisis económica se hizo evidente con restricciones en las transacciones en dólares, limitando retiros de ahorros en esa divisa, transferencias internacionales y pagos en el exterior. Aunque el Gobierno no ha devaluado la moneda, la escasez de dólares generó un mercado paralelo donde la divisa se cotiza casi al doble del tipo de cambio oficial.

En este contexto, el abastecimiento de combustibles se ha visto afectado tanto por la disminución en la producción local como por la falta de dólares para la importación de diésel y gasolina.

DEPENDENCIA DE LAS IMPORTACIONES

El mercado interno boliviano depende en gran medida de las importaciones de combustible. Según datos oficiales, el Estado compra el 86% del diésel y el 56% de la gasolina para satisfacer la demanda local. Esta dependencia explica por qué la escasez de diésel es más crítica y prolongada.

En 2024, Bolivia destinó 3.349 millones de dólares a la importación de combustibles, y para este año se presupuestaron 56 millones de dólares semanales, una suma cada vez más difícil de conseguir.

LA POLÍTICA DE SUBSIDIOS: UN MODELO INSOSTENIBLE

El Estado boliviano no solo compra combustible, sino que lo subvenciona, vendiéndolo a un precio menor al de adquisición. Desde 2005, los precios han permanecido congelados, pero el costo y los volúmenes de importación han aumentado, presionando el presupuesto público.

El precio del litro de gasolina y diésel en Bolivia ronda los 0,53 dólares, cuando según estimaciones oficiales debería superar los 1,20 dólares. Este bajo costo ha incentivado el contrabando de combustible, generando pérdidas anuales cercanas a los 600 millones de dólares, además del desvío de diésel para actividades ilegales como la minería del oro.

RESPUESTA DEL GOBIERNO

Tras meses negando la crisis, el ministro de Hidrocarburos, Alejandro Gallardo, y el presidente de YPFB, Armin Dorgathen, admitieron que el problema principal es la falta de liquidez en dólares y que no pueden cubrir la demanda local.

En respuesta, el presidente Arce autorizó a YPFB a comprar dólares y criptoactivos para costear las importaciones de combustibles. Además, dictó diez medidas para reducir el consumo interno, lo que generó críticas al no atacar la causa de fondo.

Arce también lamentó que la Asamblea Legislativa no apruebe créditos externos por 1.200 millones de dólares, calificándolo como un «boicot» económico. Sin embargo, analistas señalan que estos créditos no son de libre disponibilidad y solo paliarían el problema por unos meses sin resolver la crisis estructural.

EL IMPACTO EN LA VIDA COTIDIANA

La escasez ha intensificado el malestar social. Las filas para obtener combustible han crecido exponencialmente, afectando la movilidad en las ciudades y aumentando los tiempos de espera para los transportistas, que pueden pasar desde cuatro horas hasta días para abastecerse.

El Gobierno impuso medidas como cambios en el horario laboral, teletrabajo y clases virtuales en algunas instituciones para reducir el consumo. A pesar de ello, ha surgido un mercado negro donde el combustible se vende hasta tres veces más caro que el precio oficial. Además, han surgido negocios alternativos, como choferes que cobran por hacer la fila en las estaciones de servicio y vendedores de comida en los alrededores.

Servicios clave como el transporte urbano y la recolección de basura también se han visto afectados, generando mayor tensión en la población.

POSIBLES SOLUCIONES

El Gobierno afirma estar trabajando en soluciones, aunque no ha especificado cómo ni cuándo se normalizará el abastecimiento. Los sectores productivos e industriales demandan mayor dotación de combustibles y algunos actores políticos y económicos han sugerido convocar una cumbre para analizar la crisis.

Entre las estrategias del Gobierno está el aumento en la compra de combustible mediante criptoactivos, la venta a precios diferenciados para sectores estratégicos y la insistencia en la aprobación de créditos internacionales. También se prevé aumentar la exploración de hidrocarburos y fomentar la producción de agrocombustibles, aunque ambas medidas son a largo plazo.

Expertos sugieren alternativas como liberar exportaciones para aumentar el flujo de divisas, reducir el gasto público y revisar la política de subsidios. Mientras tanto, la incertidumbre persiste y la crisis del combustible sigue afectando a millones de bolivianos.

 

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