Desde el balcón de la Basílica de San Pedro, con la muceta roja, la estola bordada y la cruz dorada, el nuevo papa León XIV se presentó ante el mundo con un mensaje de unidad, paz y continuidad con el legado de Francisco. Fue su primera aparición pública como sucesor de Pedro, tras más de una hora de expectativa desde la señal de la fumata blanca.
“La paz sea con todos vosotros”, dijo al abrir su discurso. En la plaza, miles de fieles aclamaron su nombre mientras otros rezaban o preguntaban sorprendidos: “¿Es americano? ¿Estuvo en Perú?”. El recién elegido pontífice respondió a todos con un tono sereno y firme: “Esta es la paz del Cristo Resucitado, una paz desarmada y también perseverante”.
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LLAMADO A LA SINODALIDAD
Agradecido, León XIV rindió homenaje a su antecesor: “Gracias al Papa Francisco. Todavía conservamos en nuestros oídos esa voz débil, pero siempre valiente, que bendecía a Roma y al mundo entero”.
Su mensaje, cargado de referencias al papa argentino, retomó el concepto de Iglesia sinodal, promovido durante el último pontificado, y que causa resquemor en las facciones más conservadoras de los católicos. “Queremos ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, que busca siempre la paz y la caridad, que siempre busca estar cerca de quienes sufren”, afirmó.
No fue casual la elección del nombre León. El nuevo pontífice evocó la figura de León XIII, autor de la encíclica Rerum novarum, piedra angular de la doctrina social de la Iglesia. Como guiño simbólico, retomó la vestimenta tradicional que Francisco había descartado en 2013, aunque con un mensaje idéntico en espíritu. “Dios nos quiere mucho. Dios ama a todos y el mal no prevalecerá”.
PUENTES, NO MUROS
En su alocución, León XIV hizo énfasis en su visión pastoral. “Ayúdenos también ustedes, los unos a los otros, a construir puentes, con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser todos un solo pueblo, siempre en paz”.
Como hijo de San Agustín, recordó que su vocación es la del servicio. “Soy cristiano y para ustedes, obispo”, citando al santo que inspira a su orden. Se dirigió especialmente a la diócesis de Chiclayo, Perú, con un saludo afectuoso en español: “A mi querida diócesis de Chiclayo en el Perú”.
También compartió una petición al mundo entero. “Recemos juntos por esta nueva misión, por toda la Iglesia, por la paz en el mundo, y pidamos esta gracia especial de María, nuestra Madre”, cerrando su intervención en el día de la Virgen de Pompeya.
UN PAPA CON ACENTO LATINO
León XIV, que obtuvo la nacionalidad peruana en 2015 tras décadas de misión en el país, dejó claro que su papado tendrá una impronta universal, pero con profunda sensibilidad latinoamericana. Entre banderas, pancartas y aplausos, su primer mensaje dejó una impronta de continuidad, cercanía y firmeza.
En su propia voz, la Iglesia parece reafirmar el rumbo iniciado por Francisco: el de una fe viva, misionera y sin miedo. “Estamos todos en las manos de Dios. Por lo tanto, sin miedo, unidos. Mano de la mano, con Dios entre nosotros, vayamos adelante”.
El primer discurso de León XIV como papa recordando a Francisco y que termina rezando el Ave María. pic.twitter.com/1YYU7faGIo
— El HuffPost (@ElHuffPost) May 8, 2025
DISCURSO COMPLETO DE LEÓN XIV
“La Paz sea con todos vosotros, hermanos y hermanas carísimos. Este es el primer saludo del Cristo Resucitado, el Buen Pastor, que ha dado la vida por el rebaño de Dios. También yo quisiera que este saludo de paz llegue hasta sus corazones, les alcance a sus familias, a todas las personas, donde quiera que se encuentren, a todos los pueblos, a toda la tierra.
La Paz esté con ustedes. Esta es la paz del Cristo Resucitado, una paz desarmada y una paz desarmante y también perseverante, que proviene de Dios, que nos ama a todos incondicionalmente. Todavía conservamos en nuestros oídos esa voz débil, pero siempre valiente, de Papa Francisco, que bendecía a Roma.
El Papa que bendecía a Roma daba también su bendición al mundo, al mundo entero, esa mañana del Día de Pascua. Permítanme dar continuidad a esa misma bendición: que Dios nos quiere mucho. Dios ama a todos y el mal no prevalecerá.
Estamos todos en las manos de Dios. Por lo tanto, sin miedo, unidos. Mano de la mano, con Dios entre nosotros, vayamos adelante.
Seamos discípulos de Cristo. Cristo nos precede. El mundo necesita de su luz. La humanidad necesita de Él como el puente para ser alcanzada. Ayúdenos también ustedes, los unos a los otros, a construir puentes, con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser todos un solo pueblo, siempre en paz.
Gracias al Papa Francisco. Quisiera agradecer también a todos los hermanos cardenales que me han elegido para ser el sucesor de Pedro y caminar junto a ustedes como Iglesia unida, buscando siempre la paz, la justicia, buscando siempre trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para proclamar el Evangelio y para ser misioneros.
Soy un hijo de San Agustín, Agustino, que ha dicho que soy cristiano y para ustedes, obispo. En este sentido, podemos todos caminar juntos hacia esa patria la cual Dios nos ha preparado.
A la Iglesia de Roma, un saludo especial. Tenemos que buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes de diálogo, siempre abierta a recibir, como esta plaza, con los brazos abiertos a todos, a todos aquellos que tienen necesidad de nuestra caridad, de nuestra presencia, de diálogo y de amor.
En español. A todos ustedes, hermanos y hermanas, de Roma, de Italia y de todo el mundo: Queremos ser una iglesia sinodal, una iglesia que camina, una iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que siempre busca estar cerca de quienes sufren.
Hoy, el día de la Virgen de Pompeya, nuestra Madre María quiere caminar siempre con nosotros, estar cerca de nosotros, ayudarnos con su intercesión y su amor.
Ahora, quisiera rezar junto con ustedes. Recemos juntos por esta nueva misión, por toda la Iglesia, por la paz en el mundo, y pidamos esta gracia especial de María, nuestra Madre”.