En un gesto sin precedentes, la Universidad de Harvard ha decidido plantar cara a las imposiciones de la administración republicana de Donald Trump, que exige una serie de reformas estructurales como condición para mantener su millonaria financiación federal.
La decisión de la institución ya ha tenido consecuencias. Más de 2.200 millones de dólares en subvenciones y 60 millones en contratos han sido congelados por el gobierno estadounidense.
El caso de Harvard se diferencia del de otras universidades como Columbia, que aceptaron parte de las exigencias de Washington para intentar frenar el corte de fondos. Pero Harvard, con una dependencia directa del 11% de sus ingresos anuales en recursos federales, no lo tomó de la misma forma.
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«NO CEDEREMOS»
En una carta dirigida a su comunidad universitaria, el presidente de Harvard, Alan Garber, condenó las condiciones impuestas por el gobierno como una violación directa a la Primera Enmienda y una amenaza a la autonomía de las instituciones educativas.
“Ningún gobierno, independientemente del partido que esté en el poder, debe dictar lo que las universidades privadas pueden enseñar, a quién pueden admitir y contratar, y qué áreas de estudio e investigación pueden llevar a cabo”, escribió Garber.
Añadió. “Estos fines no se lograrán mediante la imposición de poderes, ajenos a la ley, para controlar la enseñanza y el aprendizaje en Harvard y dictar cómo operamos”.
LAS EXIGENCIAS DE LA CASA BLANCA
La carta enviada desde la Casa Blanca detalla una serie de requisitos que Harvard rechaza por inconstitucionales, entre los que figuran:
- Reducción del poder estudiantil y del profesorado en la gobernanza institucional.
- Denuncia obligatoria de estudiantes internacionales por infracciones de conducta.
- Supervisión externa de departamentos sensibles, como Estudios de Oriente Próximo.
- Eliminación de políticas DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión).
- Prohibición del uso de mascarillas en campus.
- Cese de financiamiento a grupos estudiantiles que promuevan “actividades ilegales o antisemitas”.
EL RESPALDO A HARVARD
El rechazo de Harvard a estas condiciones ha sido respaldado por exalumnos y organizaciones académicas, que califican la postura del gobierno como un intento de controlar ideológicamente las universidades más prestigiosas del país.
“Harvard defendió hoy la integridad, los valores y las libertades que fundamentan la educación superior”, afirmó Anurima Bhargava, exalumna y una de las firmantes de una carta de apoyo a la universidad.
Otras universidades también están bajo la lupa. Columbia ya ha perdido 400 millones, mientras que Pennsylvania, Brown y Princeton enfrentan suspensiones similares. Pero ninguna, hasta ahora, había desafiado abiertamente al Gobierno como lo ha hecho Harvard.