Internacional

Harvard desafía a Trump: «Habrá que defender la libertad académica»

Por Allan Santander

Periodista

Harvard
Estudiantes y otros miembros de la Universidad de Harvard (Foto: AP)
En un enfrentamiento sin precedentes, Harvard y otras universidades de élite de EE.UU. desafían las políticas de Trump, poniendo en juego su autonomía académica frente a la presión del gobierno republicano.

La lucha por la ‘libertad académica’ ha alcanzado un punto crítico en EE.UU. Entre los protagonistas de este conflicto se encuentra Harvard, la universidad más prestigiosa y rica del país. El gobierno de Donald Trump ha desatado una serie de amenazas contra las universidades de élite, buscando someterlas a su agenda política. En el centro de la disputa está la autonomía educativa y la diversidad de ideas, principios fundamentales que el gobierno de Trump parece querer controlar.

La ofensiva contra Harvard comenzó con una reacción a las protestas estudiantiles por la guerra en Gaza, y ha escalado a una guerra cultural que amenaza con alterar la naturaleza de la educación superior en EE.UU.

LA OFENSIVA DE TRUMP

La administración de Trump ha intensificado sus esfuerzos para imponer cambios radicales en las universidades del país, especialmente en instituciones como Harvard, Columbia y Princeton. Estas universidades, consideradas baluartes de la libertad académica, han recibido amenazas como recortes en fondos federales y la revocación de su exención fiscal.

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El gobierno ha justificado estos ataques en la supuesta proliferación del antisemitismo y en las políticas de diversidad que favorecen a las minorías, dos temas que se han convertido en un terreno fértil para la confrontación ideológica.

El presidente Trump ha acusado a las universidades de ser «focos de extremismo» y ha señalado que se ha creado un «ambiente de aprendizaje hostil», particularmente hacia los estudiantes judíos.

«Es un privilegio que estudiantes extranjeros asistan a la Universidad de Harvard, no una garantía», comentó Kristi Noem, secretaria de Seguridad Interior, acusando a la universidad de permitir opiniones y manifestaciones contrarias a la política del gobierno.

HARVARD RESPONDE: RESISTENCIA A LA PRESIÓN

A pesar de las amenazas, Harvard ha decidido resistir, y el rector Alan Garber ha sido firme en su postura. En una carta publicada recientemente, Garber dejó claro que la universidad no cedería ante las exigencias del gobierno. Su respuesta marcó un hito en la relación entre la Casa Blanca y la institución académica.

«Lo que está pasando en Harvard, en Columbia y otras universidades no tiene precedentes en la historia de EE.UU. Lo que busca el Gobierno es la subordinación, el sometimiento, y eso es terrible y hay que resistirse», afirmó Kendall Kennedy, profesor de Derecho en Harvard.

La situación se vuelve más tensa cuando se observa que Harvard es, de hecho, la universidad más rica del país, con un fondo de reserva patrimonial superior a los 50.000 millones de dólares. Esto le permite, en teoría, resistir de manera más efectiva la presión del gobierno. Sin embargo, incluso Harvard sabe que este enfrentamiento no será fácil ni corto.

OTRAS UNIVERSIDADES SE SUMAN

Aunque Harvard es la más prominente en este conflicto, otras universidades de élite, como Columbia, también han comenzado a resistir las demandas del gobierno. La rectora de Columbia, Lee Bollinger, manifestó que la universidad no se sometería a un control ideológico impuesto desde el exterior, reafirmando su compromiso con la autonomía académica.

Al mismo tiempo, el conflicto ha abierto un debate sobre la agenda política del gobierno de Trump y su intento de controlar el discurso académico. Para muchos, estas medidas son un reflejo de un ataque más amplio contra las instituciones democráticas del país.

LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA CULTURAL

En este escenario, la libertad académica se encuentra en una encrucijada. La Administración de Trump ha lanzado una serie de medidas agresivas que podrían tener un impacto duradero en la investigación científica y en la educación superior en general.

El recorte de fondos a programas de investigación en áreas clave como la salud pública y la medicina ha generado gran preocupación, pues muchas de estas investigaciones dependen del apoyo del gobierno federal.

«Esta cancelación costará vidas», lamentó uno de los investigadores afectados, quien vio cómo su proyecto de diagnóstico temprano de enfermedades neurodegenerativas fue cancelado, dejando de lado años de trabajo y cientos de empleos en juego.

FUTURO DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR

La batalla entre Trump y las universidades parece estar lejos de terminar. Aunque Harvard se ha plantado, otras instituciones aún se enfrentan a la presión del gobierno. Sin embargo, a medida que se extiende la resistencia en el sector académico, el conflicto podría llegar a ser un punto de inflexión crucial en la política educativa y en la defensa de las libertades individuales.

En palabras de Steven Levitsky, profesor de Harvard, «esto forma parte de un asalto autoritario contra las instituciones de nuestro país». Las universidades, históricamente defensores de la libertad intelectual, se han visto arrastradas a una guerra cultural que podría definir el futuro de la democracia estadounidense.

Mientras tanto, los estudiantes, los académicos y los profesores se preparan para lo que podría ser una larga lucha por mantener la independencia educativa frente a un gobierno cada vez más intrusivo. Como concluyó Kendall Kennedy, «Las fuerzas desplegadas contra las universidades son muy poderosas y esta pelea durará bastante».

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