En el cuarto día consecutivo de enfrentamientos, Irán continúa evaluando sus opciones en el conflicto abierto con Israel, luego de una ofensiva que ha dejado más de 240 muertos en territorio iraní, entre ellos altos mandos militares y científicos nucleares. En respuesta, misiles iraníes han causado devastación en Tel Aviv y Haifa, desafiando la capacidad defensiva de Israel y marcando un punto de inflexión en el equilibrio militar de la región.
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La potencia de fuego de Irán, que posee el mayor arsenal de misiles balísticos de Medio Oriente, ha sorprendido al exponer vulnerabilidades en la Cúpula de Hierro israelí. El misil «Haj Qassem», utilizado por primera vez el domingo, logró eludir las defensas aéreas y ha sido interpretado como un mensaje directo de las capacidades estratégicas de Teherán.
A pesar de estas demostraciones, Irán enfrenta el desafío de sostener una confrontación prolongada. Aunque dispone de miles de misiles y drones, sus recursos avanzados son limitados y sufre las consecuencias económicas y diplomáticas de la escalada. El cierre del Estrecho de Ormuz —una medida que Irán ha sugerido como respuesta táctica— podría disparar el precio del petróleo por encima de los 100 dólares por barril, afectando a toda la economía global, pero también dañaría las propias exportaciones de Teherán, en particular hacia China.
EVITANDO LA GUERRA TOTAL
Una expansión del conflicto a actores como Estados Unidos sigue siendo el principal temor de Irán. El líder supremo, ayatolá Alí Jamenei, ha evitado atacar intereses estadounidenses para no provocar una intervención directa de Washington. Cualquier ataque conjunto de Israel y Estados Unidos, señalan expertos, podría destruir infraestructuras nucleares clave en Irán y alterar de manera irreversible el equilibrio estratégico de la región.
Aun así, Irán mantiene canales diplomáticos abiertos. El ministro de Relaciones Exteriores, Abbas Araghchi, declaró el domingo que su país está dispuesto a retomar las conversaciones nucleares si cesan los ataques israelíes. La declaración sugiere que Teherán aún ve una salida negociada al conflicto, aunque la posición del presidente Donald Trump, que ha oscilado entre llamados a la calma y amenazas de represalias “aún más brutales”, añade incertidumbre al panorama.
IMPACTO GLOBAL: MERCADOS, PETRÓLEO Y AVIACIÓN
El conflicto ya ha afectado severamente los mercados financieros y el comercio global. El precio del petróleo Brent subió casi un 7 % desde el jueves, alcanzando los 74,60 dólares por barril. Las acciones en Wall Street y Europa han caído, mientras que los valores defensivos como el oro y las empresas del sector militar se disparan. Empresas como Lockheed Martin, Northrop Grumman, BAE Systems, BP y Shell registraron alzas relevantes.
En el ámbito aéreo, el conflicto ha forzado el cierre del espacio aéreo de Irán, Irak y Jordania. Aerolíneas como Emirates, Etihad y Qatar Airways suspendieron vuelos hacia varios países del Golfo. Esta medida afecta una de las rutas comerciales más transitadas del mundo entre Europa y Asia, con potenciales repercusiones en el turismo y la logística global.
ENTRE LA PRESIÓN Y LA CONTENCIÓN
Con una economía frágil, la amenaza de inestabilidad interna y el riesgo de un conflicto regional de mayor escala, Irán se encuentra en una encrucijada. Si bien ha demostrado fuerza militar y resistencia, su margen de maniobra se reduce cada día. Un eventual acuerdo mediado por terceros —posiblemente impulsado por actores del Golfo o bajo presión internacional— podría ofrecer una salida.
No obstante, mientras Israel mantenga su ofensiva y Estados Unidos no intervenga con firmeza en favor de una desescalada, el conflicto seguirá siendo un factor de desestabilización regional con repercusiones globales inmediatas.
