Internacional

La «niña rebelde» que rompió el protocolo en San Pedro

Editado de agencias y medios internacionales por Cristian Navarro H.

Periodista

niña rebelde
Foto: Sor Geneviève Jeanningros. Publicado en X por @web_pastor
Vestida con su cofia azul y una mochila verde al hombro se despidió de su amigo

Mientras miles de fieles desfilan por la Basílica de San Pedro para despedir al papa Francisco antes de su funeral este sábado, una figura discreta pero significativa llamó la atención. Vestida con su cofia azul y una mochila verde al hombro, una monja de baja estatura se abrió paso entre los asistentes, acercándose al féretro del pontífice sin seguir los protocolos. Nadie la detuvo. Era Sor Geneviève Jeanningros, amiga cercana del papa, quien la llamaba con afecto “la niña rebelde”.

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UNA DESPEDIDA ÍNTIMA EN MEDIO DEL PROTOCOLO

La Santa Sede reservó los primeros momentos del velorio a autoridades eclesiásticas, sin embargo, la escena fue interrumpida por la presencia de Jeanningros. A sus 81 años, esta religiosa francesa perteneciente a las Hermanitas de Jesús se paró en silencio frente al ataúd, rezó y lloró por quien consideraba no solo un referente espiritual, sino también un amigo entrañable.

Su gesto no fue un acto de rebeldía gratuita. Su historia con Jorge Bergoglio se remonta a 2005, cuando le envió una carta expresando su indignación por la ausencia del arzobispado de Buenos Aires en el funeral de su tía, la monja Léonie Duquet, desaparecida durante la dictadura argentina. Bergoglio no solo respondió con empatía, sino que valoró su crítica y, con el tiempo, forjaron un vínculo profundo.

UNA AMISTAD NACIDA EN LAS PERIFERIAS

El reencuentro entre ambos se produjo en 2013, ya con Bergoglio convertido en papa Francisco. Desde entonces, Jeanningros no solo fue una visitante habitual del Vaticano, sino también una interlocutora directa del pontífice sobre los temas que más le importaban: los pobres, los excluidos y la justicia social.

La religiosa vive en una caravana en Luna Park, un parque de diversiones en Ostia, donde acompaña a comunidades vulnerables. Desde allí organizaba visitas semanales al Vaticano con grupos de personas trans y homosexuales, muchas en situación de prostitución, para que pudieran asistir a las audiencias papales. Francisco las recibía con calidez, rompiendo barreras que aún persisten en buena parte de la Iglesia.

LA ÚNICA VISITA PAPAL A OSTIA

Gracias a esa amistad, Francisco realizó en julio de 2024 una histórica visita a Ostia, convirtiéndose en el primer papa en pisar ese sector popular de Roma. Allí conversó con feriantes, trabajadores del circo y personas en situación de precariedad, en una escena que retrató fielmente su visión de una “Iglesia pobre y para los pobres”.

Geneviève Jeanningros, la “niña rebelde”, cruzó por última vez la nave central de San Pedro para despedirse del amigo que hizo de la periferia el centro de su papado. Nadie necesitó explicarle quién era. Su sola presencia decía todo.

 

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