Casi 300 trabajadores y extrabajadores de la NASA firmaron una carta abierta de protesta contra los recortes presupuestarios promovidos por la administración Trump, que busca reducir a la mitad los fondos para investigación científica de la agencia espacial. Dirigida a Sean Duffy —secretario de Transportes y actual director interino de la NASA— la misiva advierte sobre las “terribles consecuencias” de estos recortes, incluyendo riesgos para la seguridad, pérdida de liderazgo internacional y debilitamiento de la misión fundacional de la agencia.
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“NOSOTROS DISCREPAMOS”: LA DECLARACIÓN VOYAGER
La carta, titulada Declaración Voyager en honor a las históricas sondas espaciales, denuncia que las decisiones de Trump son “arbitrarias” y “contrarias al mandato del Congreso”. Los firmantes apelan a los reglamentos internos de la NASA que permiten manifestar disenso cuando se considera que una medida perjudica a la institución. Sin embargo, más de la mitad prefirió mantener el anonimato por temor a represalias.
En pocas horas, más de 20 premios Nobel, entre ellos Carolyn Bertozzi y Ardem Patapoutian, junto con miembros de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU., respaldaron el manifiesto. El texto critica decisiones como la suspensión de misiones robóticas, la reducción del sistema de seguridad para vuelos tripulados y la cancelación de colaboraciones internacionales. “Nosotros discrepamos”, repiten los firmantes frente a cada recorte.
RENUNCIAS EN CENTROS CLAVE
Pocas horas después de la publicación del documento, renunció Makenzie Lystrup, directora del Centro Goddard de Vuelo Espacial, uno de los polos científicos más importantes de la NASA y sede del desarrollo de los telescopios Hubble y James Webb. Aunque su carta de dimisión evitó críticas directas, destacó los recientes logros científicos del centro, hoy amenazados por la política presupuestaria de la Casa Blanca.
Antes que Lystrup, también dimitió la directora del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL), donde se gestaron las propias sondas Voyager. Su salida ocurrió el 7 de mayo, poco después de conocerse la intención de Trump de enfocar la NASA en vuelos tripulados y apoyar las ambiciones privadas de Elon Musk en Marte.
TENSIÓN ENTRE TRUMP Y MUSK: GIRO EN LA CÚPULA
En un giro inesperado, Trump había propuesto como jefe de la NASA a Jared Isaacman, empresario aliado de Musk, cuyo nombramiento parecía inminente. Sin embargo, tras la sorpresiva salida de Musk del Gobierno, Trump retiró la candidatura de Isaacman y nombró a Sean Duffy como director provisional. Sin experiencia científica ni espacial, Duffy es abogado y exfigura de reality shows, pero encarna la visión de Trump: una NASA centrada en el transporte de astronautas y la conquista marciana.
OPOSICIÓN EN EL CONGRESO
La estrategia presidencial enfrenta resistencia en el Senado, incluso dentro del propio Partido Republicano. Una enmienda impulsada por el senador Ted Cruz obliga al Gobierno a mantener la inversión en cohetes y estaciones espaciales lunares, clave para la economía de estados como Texas y Alabama.
Además, el proyecto de ley de gastos del Senado para 2026 contempla 7.300 millones de dólares para programas científicos de la NASA, casi el doble de lo que propone la Casa Blanca. Esta diferencia ofrece un respiro a los equipos que operan misiones como Mars Odyssey, Juno o New Horizons, todas amenazadas por los recortes.
“Eliminar estas misiones sin justificación clara puede perjudicar el liderazgo científico de EE.UU. en el espacio”, concluye el informe del Senado, alineándose con la Declaración Voyager y consolidando una inédita rebelión dentro y fuera de la NASA.
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— Armando Alvarez (@alvarez_armando) July 22, 2025