Las elecciones presidenciales de EE.UU. UU. de 2024 están marcadas por una competencia reñida que se definirá en los llamados «estados pendulares» o «swing States», donde tanto Kamala Harris como Donald Trump están concentrando sus esfuerzos.
Estos estados, entre los que destacan Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin, tienen un historial de votar de manera impredecible, alternando entre candidatos demócratas y republicanos.
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La importancia de estos estados radica en su número de votos electorales, que podría inclinar la balanza electoral.
El sistema del Colegio Electoral, que asigna un número específico de votos a cada estado, convierte a los estados pendulares en puntos clave, ya que su apoyo puede decidir la presidencia.
En las elecciones de 2020, Joe Biden ganó en varios de estos estados por márgenes reducidos, lo que resalta la importancia de cada voto en estas regiones.
ECONOMÍA, INMIGRACIÓN Y DERECHO REPRODUCTIVO MARCAN LA AGENDA
Para 2024, temas como la economía, la inmigración y los derechos reproductivos se perfilan como los principales factores que influirán en los índices de estos estados.
Por ejemplo, Arizona, con su amplia frontera con México, enfrenta un debate sobre la inmigración y el impacto de la gestión de la vicepresidenta Kamala Harris sobre la crisis fronteriza.
En Georgia, el impacto de la acusación de Trump por intentar anular las elecciones de 2020 también podría influir en el resultado.
Michigan, con su fuerte dependencia de la industria automotriz, se enfrenta a debates sobre la competencia con los vehículos eléctricos y los partidarios árabes descontentos por la política exterior de EE.UU. UU. en Medio Oriente.
El resultado en estos estados será clave, ya que representa un total de 90 votos electorales de los 538 necesarios para ganar la presidencia.
Los candidatos están haciendo todo lo posible para captar a los votantes en estas regiones estratégicas, lo que hace que el resultado final sea impredecible hasta el último momento.
