La decisión del gobierno de Donald Trump de revocar de manera “agresiva” miles de visas a estudiantes chinos ha sumido en la incertidumbre a una comunidad que representa la mayor parte del alumnado internacional en Estados Unidos. La medida, anunciada el 29 de mayo por el secretario de Estado Marco Rubio, busca impedir el ingreso o permanencia de estudiantes vinculados con el Partido Comunista Chino o que cursen estudios en “campos críticos”, sin que estos últimos hayan sido definidos con claridad.
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Uno de los afectados es Bob Zeng, ingeniero de 30 años y egresado del MIT, quien llegó a EE.UU. como adolescente. Hoy, ve con angustia cómo se desmoronan sus planes de desarrollo profesional: “Me preocupa trabajar aquí. Nunca se sabe lo que puede pasar”, comentó. Como él, cerca de 277.000 estudiantes chinos podrían verse forzados a replantear su futuro académico o laboral.
DESAZÓN EN MEDIO DEL SILENCIO OFICIAL
Zou Renge, de 27 años y alumno de Políticas Públicas en la Universidad de Chicago, planeaba tomar una pausa tras graduarse para participar en programas de ayuda humanitaria y luego volver a Estados Unidos. Ahora, esa posibilidad parece haberse cerrado. “En un entorno tan incierto, haré lo mejor para encontrar una salida”, afirmó.
La medida también afecta a estudiantes que aún no han ingresado al país. Laney, una joven de Beijing aceptada para un doctorado en la Universidad de California, ve su proceso de visado congelado a pocos meses del inicio del semestre. “Nos sentimos impotentes y sin poder hacer nada”, lamentó en entrevista con Reuters.
«¿CAMPOS CRÍTICOS? ¿VÍNCULOS FAMILIARES?»
En redes sociales chinas, los anuncios del gobierno estadounidense han generado confusión y escepticismo. “¿Tener vínculos con el Partido Comunista significa ser miembro o basta con que lo sean tus padres?”, preguntó un usuario en la plataforma Weibo. Otro expresó su temor de que “la economía” sea considerada uno de los campos vetados.
El trasfondo de esta ofensiva migratoria parece ir más allá de la seguridad nacional. Según diversos analistas, podría formar parte de una estrategia de presión política hacia Beijing en medio de las tensiones comerciales, o bien responder al endurecimiento ideológico de Trump en materia educativa y migratoria.
SOSPECHAS DE ESPIONAJE Y MEDIDAS JUDICIALES
Stephen Miller, asesor de la Casa Blanca, defendió la decisión de Trump bajo el argumento de que algunos estudiantes podrían representar una amenaza. “No otorgaremos visados a personas involucradas en espionaje, robo de tecnología o secretos comerciales”, declaró.
Esta narrativa no es nueva. En su primer mandato, Trump impulsó la «Iniciativa China», una política del Departamento de Justicia que acusó principalmente a académicos de colaborar con Beijing. La mayoría de los casos no llegaron a juicio, y el programa fue cancelado por Joe Biden en 2022, tras denuncias de discriminación por perfil racial.
Greg Milonovich, exagente del FBI, sostiene que la gran mayoría de estudiantes chinos no representa amenaza alguna. “El riesgo real es bajo en comparación con los beneficios que aportan”, afirmó en el New York Times.
EL CIERRE DE UNA ERA DE INTERCAMBIO ACADÉMICO
Durante décadas, la educación superior estadounidense fue un puente entre China y EE.UU., incluso para la élite política china. Xi Mingze, hija del presidente Xi Jinping, estudió en Harvard. Bo Xilai, exalto dirigente del Partido Comunista, también pasó por Columbia y Harvard.
El atractivo por la educación estadounidense no solo responde al prestigio académico, sino también a la estabilidad y oportunidades que ofrecía. Sin embargo, esa imagen se resquebraja con la nueva política migratoria.
“Es una estrategia contraproducente y autodestructiva, si es que se le puede llamar estrategia”, opinó Peter Zeidenberg, abogado defensor de académicos acusados de espionaje.
En 2023, los estudiantes internacionales aportaron más de 50.000 millones de dólares a la economía estadounidense, y más de la mitad provenían de India y China, según datos del Departamento de Comercio.
A medida que se intensifican las restricciones, crece la percepción de que el cierre de puertas no solo perjudica a los estudiantes, sino también a la ciencia, la economía y la imagen internacional de EE.UU. Mientras tanto, miles de jóvenes como Laney o Zeng solo pueden esperar.
Casi una cuarta parte de los estudiantes internacionales en Estados Unidos son de origen chino. Más de 270.000 estudiantes están en riesgo de ser afectados por esta medida del gobierno de #Trump. pic.twitter.com/7PAA8MLe9j
— Luis Alberto Herrera Pérez (@LuisAlbHerre) June 1, 2025