Internacional

Sarah Mullally primera mujer al mando de la Iglesia anglicana

Editado de agencias y medios internacionales por Cristian Navarro H.

Periodista

Sarah Mullally
Foto: La obispa de Londres, Sarah Mullally, fue nombrada este viernes  arzobispa de Canterbury. Publicado en X por @sandro_pozzi
Su llegada a Canterbury marca un hito histórico para la Iglesia de Inglaterra y abre un nuevo capítulo en medio de una de sus mayores crisis de credibilidad.

La obispa de Londres, Sarah Mullally, fue nombrada este viernes  arzobispa de Canterbury, convirtiéndose así en la primera mujer en encabezar la Iglesia anglicana, según confirmó el Gobierno británico.

Mullally, de 63 años, enfermera de formación y madre de dos hijos, asumirá el cargo en medio de una profunda crisis institucional, tras el escándalo de abusos y encubrimientos que obligó a la renuncia de su predecesor, Justin Welby, en noviembre de 2024.

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UN RELEVO MARCADO POR EL ESCÁNDALO

Welby, de 68 años, dejó sus funciones el pasado 6 de enero luego de enfrentar una intensa presión pública por la gestión del caso de John Smyth, abogado y líder de una organización vinculada a la Iglesia que abusó sexualmente de al menos 130 niños y jóvenes entre la década de 1970 y mediados de la de 2010.

Smyth abusó de menores en Reino Unido y más tarde en África —sobre todo en Zimbabue y Sudáfrica—, donde se refugió hasta morir en 2018 sin enfrentar a la justicia. La Iglesia recibió una notificación oficial recién en 2013, pese a que numerosos responsables ya conocían los hechos desde los años 80 y los mantuvieron ocultos como parte de una campaña de encubrimiento, reveló una investigación interna.

“GRAN RESPONSABILIDAD” Y AGENDA LIBERAL

En su primer comunicado como arzobispa, Mullally reconoció la “gran responsabilidad” que implica su nombramiento, pero afirmó sentir “paz y confianza en Dios” para cumplir su misión.

Desde 2018, como obispa de Londres, ha defendido posiciones progresistas dentro de la institución, entre ellas la bendición de uniones civiles y matrimonios entre parejas del mismo sexo, lo que la ha convertido en una figura destacada de las corrientes liberales anglicanas.

Su llegada a Canterbury marca un hito histórico para la Iglesia de Inglaterra y abre un nuevo capítulo en medio de una de sus mayores crisis de credibilidad.

 

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