La noche del lunes 17 de junio, la Casa Blanca anunció que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, abandonaría anticipadamente la cumbre del G7 que se desarrolla en Canadá.
El motivo: el creciente conflicto entre Irán e Israel y la posibilidad de una intervención estadounidense en Medio Oriente. “En cuanto me vaya de aquí, haremos algo”, dijo escuetamente el mandatario antes de retirarse.
Al día siguiente, redobló la tensión al afirmar que la paciencia de Estados Unidos con Irán “se está agotando” y exigió una “rendición incondicional” de Teherán.
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En paralelo, medios internacionales reportaron una intensa movilización de aviones militares estadounidenses hacia Europa y bases cercanas al conflicto.
De acuerdo a un análisis del New York Times y datos de Flightradar24 revisados por la BBC, al menos 30 aeronaves han sido desplazadas desde territorio estadounidense en los últimos tres días.
Siete de ellas serían aviones cisterna KC-135, esenciales para el reabastecimiento de aviones de combate como los F-16, F-22 y F-35, los cuales también habrían sido relocalizados en Medio Oriente, según informó la agencia Reuters.
Por su parte, Irán ha insistido en que su programa nuclear tiene fines exclusivamente civiles y acusó a Estados Unidos de alimentar una estrategia de provocación. En este contexto, el vicepresidente estadounidense JD Vance afirmó que Trump podría “tomar más medidas” para acabar con el programa nuclear iraní si considera que la diplomacia no es suficiente.
Hasta ahora, no se ha confirmado una acción militar concreta, pero la comunidad internacional observa con creciente preocupación el desarrollo de los acontecimientos, ante el riesgo de una escalada bélica en la región.
