Internacional

Trump sugiere pena de muerte para seis legisladores demócratas

Editado de agencias y medios internacionales por Cristian Navarro H.

Periodista

Trump
Foto: Publicado en X por @realDonaldTrump
Las declaraciones del presidente han intensificado el debate sobre los límites del discurso político y el riesgo de que la retórica presidencial

El presidente estadounidense Donald Trump volvió a encender las alarmas en Washington tras sugerir que seis legisladores demócratas incurren en “conducta sediciosa” y podrían enfrentar incluso la pena de muerte por pedir a las Fuerzas Armadas no obedecer “órdenes ilegales”.

La polémica estalló luego de que un grupo de senadores y representantes demócratas, todos con experiencia militar o en inteligencia,  publicaran un video en X advirtiendo a los uniformados que la Constitución les permite rechazar mandatos contrarios a la ley. El mensaje, según ellos, respondía al clima de tensión institucional que atribuyen a la administración Trump.

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El mandatario reaccionó con furia en Truth Social, calificando a los parlamentarios como “traidores” y preguntando si deberían ser “encarcelados”. Poco después fue más allá, escribiendo: “¡COMPORTAMIENTO SEDICIOSO, castigable con la MUERTE!”. También reposteó a un usuario que pedía directamente “colgarlos”, citando un supuesto precedente de George Washington.

LOS DEMÓCRATAS ACUSAN UN ATAQUE SIN PRECEDENTES

La respuesta del Partido Demócrata no tardó. “Trump acaba de pedir la pena de muerte contra legisladores demócratas. Una absoluta canallada”, publicó la colectividad, denunciando una escalada verbal que, a su juicio, amenaza la estabilidad democrática y busca intimidar al Congreso.

En su video, los legisladores insistieron en que la preocupación principal es la creciente confrontación entre el Ejecutivo y agencias de seguridad. “Las amenazas a nuestra Constitución no solo vienen del extranjero, sino también desde casa”, dijeron, reiterando que los militares “pueden negarse a acatar órdenes ilegales”.

Las declaraciones del presidente han intensificado el debate sobre los límites del discurso político y el riesgo de que la retórica presidencial abra espacios a interpretaciones que puedan erosionar aún más las instituciones estadounidenses.

 

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