Opinión

«Ironías de la vida» Por María Antonieta Dollenz Zavala. En el marco de los 50 años

Santiago, Chile.

María Antonieta Dollenz Zavala

El 11 de septiembre de 1973 mi papá, José Dollenz Briceño, ejercía como Director Subrogante de la “Dirección General de Deportes y Recreación” (DIGEDER), que regía el deporte nacional y dependía del Ministerio de Defensa. Como muchos funcionarios, fue llamado a presentarse ante el nuevo gobierno para ser detenido.

Cinco días después del golpe de Estado nació mi hermano mayor. Mi padre, que estaba escondido, pudo verlo unos minutos el 23 de septiembre. El 29 se asiló en la embajada Argentina. Era casi la única opción de salvar la vida. Mi padre recordaba que, como él, cientos se asilaron gracias a los carabineros que “vigilaban” para detener a quienes intentaran escapar. Cada cierto rato “se hacían los locos” mientras grupos de personas cruzaban la muralla.

Mi papá se reunió con mi hermano y mi madre 7 meses después, cuando se establecieron en la provincia del Chaco. Con la ayuda de Naciones Unidas, mi padre comenzó a trabajar como profesor de educación física, kinesiólogo y preparador físico del equipo de fútbol local: “Chaco For Ever”.

Pero la distancia del horror duró poco. En 1976 vino el golpe militar argentino y mi madre, como muchas mujeres, se tuvo que esconder por meses. Era sabido que a las mujeres embarazadas las hacían desaparecer para robarles las guaguas. Yo estaba en camino.

El recorte de El Mercurio de 1982 informa la lista de 79 exiliados a quienes se permitía volver. El número 67 es mi padre. En cosa de días mi madre estaba lista para volver conmigo y mis dos hermanos. La cuarta nació ya de vuelta en Chile.

En democracia mi padre volvió a trabajar a la DIGEDER. En su larga carrera destaca como creador y primer director del Centro de Alto Rendimiento, fundamental hasta hoy en la formación de deportistas de elite. El año 2000 el presidente Ricardo Lagos lo nombró director de DIGEDER. Su misión fue tramitar la ley que creó el Instituto Nacional del Deporte, dar una nueva institucionalidad a las políticas deportivas nacionales y sacarlas del ámbito exclusivo de la Defensa Nacional.

Ironías de la vida, el cargo que le significo 10 años de exilio fue el mismo cargo que ejercía cuando dejó de existir esa institución y con el que prácticamente terminó su carrera profesional en el deporte nacional.

Su historia completa está consignada en el archivo “Item 000004 – Asilo Político” del Museo de la Memoria.

N.R.: José Dollenz Briceño nació en 1947 en Santiago. Durante la Unidad Popular se desempeñó como Subdirector Nacional de Deportes y Recreación, y secretario político del Núcleo Recoleta del PS, estaba casado y tenía dos hijos. Los días posteriores al Golpe logró refugiarse en la Embajada Argentina, lugar del que salió rumbo a la provincia del Chaco el 29 de octubre de 1973. Residió en Argentina hasta abril de 1983, cuando regresó definitivamente a Chile. Al retornar la democracia, se desempeñó en distintos cargos, entre ellos, DIGEDER.

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