Política

La confianza que escasea y cuánta falta le hace a Chile

Marcos Borcoski

Periodista

La confianza que escasea y cuánta falta le hace a Chile

La confianza es como un espejo que se rompe. Aunque se trate de unir los trozos, la imagen que refleje nunca será la misma.

Credibilidad y confianza

La credibilidad y la confianza son elementos que van de la mano y deben estar insertos en las bases mismas de las personas y, por sobre todo, de las instituciones.

Son dos pilares fundamentales sobre los que descansa la institucionalidad de la sociedad y, por ende, de una nación.

Puedo poner como ejemplo el ejercicio del periodismo. Un profesional de la prensa puede transitar durante años o décadas por el camino recto, correcto y a veces no fácil de transitar sobre la base de la verdad de lo que informa y ello genera confianza, credibilidad.

El público confía en que lo que le está compartiendo ese reportero o comentarista es la verdad y se atiene a ello.

Es más difícil construir que destruir

Sin embargo, si ese periodista comete un paso en falso—tan solo uno—todo ese bagaje de confianza y credibilidad se habrá esfumado en uno o quizás dos minutos.

Aquello es irreversible y se aplica con extrema rigurosidad a las personas, también– sin duda alguna– a las instituciones, y adquiere dimensiones monstruosas cuando aquellas son forman parte de una nación.

Vaya que es grave cuando la sociedad, la comunidad o lo que se define como “fuerzas vivas” de un país, sorprende con una falsedad o varias falsedades (mentiras) a una institución o a varias de ellas que tienen el deber de guiarles, mostrarles un modelo de camino porque los han elegido para que así sea y a menudo también para protegerles.

¿Qué sucede entonces?

Viene un desconcierto generalizado. Crece la molestia, la irritación ciudadana y obvio, surge la desconfianza.

Esa certidumbre en que trabajaron arduamente para hacerla realidad se esfuma.

La confianza es como un espejo que se rompe. Aun cuando se trate de unir los trozos, la imagen que refleje nunca más volverá a ser la misma.

Cada acción u omisión es evaluada, aunque no se perciba

La gente, la ciudadanía pareciera no auscultar a la autoridad pero, cuidado, porque cada día está tomando el pulso a las instituciones.

Lo hace el oficinista que a diario concurre a su trabajo con sol, con frío o con lluvias. Lo hacen en el norte, lo hacen en el centro y lo hacen en el sur.

También lo hace el almacenero de la esquina, lo hace el conductor de autobús, lo hace la dueña de casa, el obrero de la construcción, el minero o el campesino y lo hacen también los hombres de negocios.

Cada uno de ellos tiene un interés diferente, pero en general todos desean que las instituciones funcionen… y funcionen bien.

Cada día es una nota en la libreta de calificaciones de aquellas hasta que llega la nota final y el resultado está a la vista. Muchos quedan repitiendo.

El 13 de mayo de este año 2024, el sociólogo y analista político Alfredo Joignant se refirió a la última encuesta Bicentenario de la Universidad Católica, y advirtió que los resultados sobre la confianza en instituciones públicas son sorprendentes, y de terror.

La confianza en los políticos está por el suelo

Las cifras revelan que el 1% de los encuestados confía en los partidos políticos chilenos, y ese mismo escuálido 1% de los entrevistados confía en el Congreso.

Es muy posible que existan congresistas que realmente hacen bien su trabajo y se esmeran por cumplir con los mandatos que les entregó la ciudadanía con su voto y los instaló en la Cámara Baja o en el Senado, pero todo el tráfago de discusiones, algunas estériles o dramáticamente patéticas, como la idea de definir a los peces, como seres sintientes que dejó en un primer momento a los chilenos boquiabiertos, desconcertados para luego reaccionar y ridiculizar el tema.

Y es allí donde se produce el problema porque la ciudadanía aplica eso de “justos por pecadores”, mete a todos en el mismo saco y allí tenemos el 1% de confianza hacia la clase política.

¡Pobre Chile!

El tema ha dado virtualmente la vuelta al mundo y nuestros vecinos de Buenos Aires rieron mostrando el video de ese parlamentario “argumentando” su propuesta. Un periodista bonaerense solo atinó a exclamar: ¡Pobre Chile!

El exministro Ignacio Briones fue lapidario: “»Después se preguntan por qué el desprestigio de una institución tan relevante, que está en el corazón de la democracia y que republicanamente debemos cuidar, como el Congreso».

Se ha producido un nuevo episodio, un nuevo elemento que aleja a las personas de los políticos y reciben un 1% de confianza.

Y es que es la confianza en las instituciones mantienen unidas a los estados. Sin confianza no hay nada. Cero.

Los del 1%

Los parlamentarios que “hacen la pega” que van al congreso a trabajar por el bienestar del país, que son honestos y mantienen sus ideales por un Chile mejor, han sido o serán arrastrados por esos, por aquellos del 1%.

Hay buenos políticos, sin lugar a duda, pero se pierden en el bosque de las desconfianzas que les arroja la ciudadanía.

¿Cuánto va a costar paras que esa confianza vuelva a los niveles por lo menos decorosos? Quizás va a ser necesario que se compre un nuevo espejo.

El de ahora ya se rompió y aunque se junten las piezas esparcidas, nunca va a ser lo mismo.

Te puede interesar: Operativo simultaneo por explosivos deja al menos 13 detenidos

Comparte en:

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email

Comenta este artículo