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¿La inteligencia artificial realmente podrá reemplazar a profesores y profesoras?

Sandra Urra Águila

Directora de Psicopedagogía Universidad Andrés Bello, Concepción

En un mundo con redes sociales que nos hacen comunicarnos más virtualmente que de forma presencial, donde los likes y seguidores marcan tendencia, donde la pandemia nos enseñó que la clase no sólo se sitúa en una sala con pizarra y proyector, hoy surge la IA (inteligencia artificial) como el supuesto “enemigo” que viene a quitarnos el rol de profesores y profesoras.

Ante esto mucho se puede reflexionar: ¿por qué temerle a algo que no conocemos?, ¿qué nos hace ser profesores/profesoras como para que pueda ser “quitado” por la IA?, ¿es realmente la innovación y avances tecnológicos el enemigo?, ¿a qué le tememos, a dejar de ser protagonistas en la sala de clases o a que la IA ponga en evidencia que a pesar de los años, investigación e innovación seguimos “haciendo la clase” como hace cien años?

En primer lugar, la IA puede reemplazar a un profesor o una profesora, claro que sí, pero en específico a aquel que sólo enseña contenidos, a aquel que no se vincula con sus estudiantes, aquel que no reconoce en ellos y ellas la riqueza cultural y la maravillosa diferencia concretada entre las paredes, es decir, la IA reemplazará hoy y siempre a quien educa para la obediencia sin reflexión, sin argumentos y sólo desde la repetición mecánica de conceptos y verdades.

Por lo tanto, seamos profesores y profesoras irremplazables por IA, brindemos espacios de asombro, emociones, diálogo, creatividad, narrativas y genialidad, no le tengamos miedo a la improvisación y disrupción, invitemos a las salas a la música, plástica, imágenes, colores, movimiento; entendamos que aprender es mucho más que memorizar conceptos, es también crecer, construir, deconstruir y tensionar invitando a replantearnos cada día que no todo está dicho y hay mucho que la matrix no puede hacer por un profesor o profesora.

La IA puede ser un buen recurso, pero para ello debemos conocerlo, usarlo y desde ahí reflexionar al respecto, sus aportes, sus pros y contras, para que no sea el fin si no una herramienta más que puede apoyar, más no reemplazar nuestra labor.

Seremos reemplazables por la IA en la medida que permitamos que la misma tecnología que hoy asusta sirva para esconder que perdimos el sentido de nuestra labor pedagógica.

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