“Los disciplinados fueron los mejor integrados” Por Víctor Maldonado R.
El día de ayer sucedió el extraño caso que los diarios de circulación nacional en Chile traían más información política de lo que estaba ocurriendo en Venezuela que lo que pasaba en nuestro propio país. Así de fuerte fue el impacto.
De manera que tenemos información parcial de lo que aconteció con la inscripción de candidatos por parte de los dos grandes bloques.
Lo que sabemos es que las tratativas en ambos casos se extendieron hasta última hora porque, si bien se llegaron a acuerdos de candidaturas únicas en no pocos lugares, las disputas más importantes que acompañaron toda la negociación, en muchas ocasiones, terminó con competencia intrabloques.
Esto ocurre en todos los lugares donde izquierda y derecha tienen posibilidades reales de ganar. Donde no es así, la candidatura única se impuso más por falta de interés que por altruismo. Los interesados en derrotas seguras no abundan.
El interés político va a cambiar hacia la competencia regional. Allí la derecha compite en todas las regiones y abandona la cancha en la Metropolitana, con una candidatura simbólica ante la negativa de sus figuras de mayor peso.
En el oficialismo sorprendió la inscripción de cuatro listas, más por la información previa de fuentes cercanas al gobierno que por lo acontecido en la negociación. Originalmente la idea que se planteó era que el oficialismo se presentaría unido y que el partido que ponía obstáculos era la DC al impedir el acuerdo.
El desenlace permite un enfoque más objetivo de la situación. El acuerdo fue mucho mejor alcanzado a nivel municipal, donde las candidaturas por separado presagian una derrota muy probable. A nivel regional, las reglas son otras.
Contando con mayor cantidad de opciones y sabiendo que en la derecha acontecía otro tanto, los partidos que optaron por presentarse en primera vuelta son aquellos que creen contar con el mejor candidato a gobernador o que no podían proyectar a figuras prometedoras de sus filas de otra forma.
Este fue el camino escogido por radicales, liberales y regionalistas verdes, aparte de la DC, que no cambio su posición y no podía ser objeto de presiones por parte de un gobierno que no integra.
En la práctica, La Moneda logró ordenar a los partidos que se ven mejor representados dentro de la administración y no lo logró en ningún otro caso. Un cierto juicio sobre los equilibrios en la composición interna del gobierno ha quedado en evidencia y el hecho de que la presión fuera hecha por representantes de partidos predominantes consolidó el desenlace.
No extrañará mucho que los partidos oficialistas que terminaron optando por competir no fueron presionados por sus representantes en puestos de primera fila en el gobierno, lo que se explica por el hecho simple de que tales figuras casi no existen o tienen un perfil muy técnico. Probablemente, no sentían que el bien común del que se les hablaba fuera tan común y compartido.
El oficialismo cosechó donde sembró y lo que sembró en igual medida. Las diferencias, en el caso de la centroizquierda, se han concentrado en discrepancias de carácter electoral, pero que dejan abierta la confluencia final unitaria en segunda vuelta. Veremos si este encuadre se logra mantener.
