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Los últimos días de Lydie, la francesa que optó por la eutanasia en Bélgica

Javiera Sanzana

El primer encuentro de la AFP con Lydie tuvo lugar en marzo de 2023, tras su consulta con un psiquiatra en Bruselas, quien le otorgó la autorización para proceder con la eutanasia.
En su despacho, el profesor Distelmans organiza los documentos que serán presentados ante la Comisión de Control. Antes de partir, conversa con Rousseaux y su cónyuge: «La hemos liberado», les informa.

El primer encuentro de la AFP con Lydie tuvo lugar en marzo de 2023, tras su consulta con un psiquiatra en Bruselas, quien le otorgó la autorización para proceder con la eutanasia.

A principios de 2024, la AFP la acompañó durante su traslado desde la ciudad francesa de Besançon, donde residía con su conejo Lucky, hasta Bruselas, en Bélgica, donde optó por la eutanasia y donde se esparcieron sus cenizas.

30 DE ENERO, BESANCON

El apartamento de Lydie en Besançon se percibe casi deshabitado, con Lucky, su conejo, moviéndose cerca de su silla de ruedas.

«Por un lado, tengo prisa para liberarme. Por otro, me siento culpable por abandonar a las personas que amo. Pero es mi elección», dice, añadiendo en broma: «¡Espero no olvidarme de poner las llaves en el buzón o me matarán!»

31 DE ENERO, CAMINO A BRUSELAS

Aún bajo el manto oscuro de la noche, Denis Rousseaux, anestesista jubilado, y su esposa Marie-Josée, enfermera también jubilada, llegan a la residencia de Lydie en una furgoneta alquilada.

Ambos han estado brindando apoyo a Lydie desde 2023. Dado que no mantiene vínculos con su familia, depende de un reducido círculo de amigos y voluntarios. Una vez que la silla de ruedas está asegurada en el maletero, Rousseaux arranca el motor. «Es un acto de humanidad», murmura mientras fija su mirada en la carretera.

31 DE ENERO, ALMUERZO EN lONGWY

La furgoneta hace una parada en Longwy, en el departamento francés de Meurthe y Mosela, para un encuentro con Claudette Pierret, una activista comprometida con la causa de la eutanasia.

Fue Pierret quien facilitó el contacto entre Lydie y Yves de Locht, el médico belga encargado de llevar a cabo el procedimiento.

«Estoy cansada de luchar contra mi vida diaria, contra la enfermedad, contra mi discapacidad, contra todo», expresa Lydie.

Después del almuerzo, se despiden y la furgoneta reanuda su trayecto hacia Bruselas.

Una vez en el hospital de la capital belga, Lydie es conducida a una amplia sala decorada con motivos marítimos. «¿Cuál es el menú para el condenado esta noche?», bromean, intentando aliviar la tensión del momento.

31 DE ENERO, HOSPITAL

Antes de adentrarse en su última noche, Lydie conversa con el doctor De Locht.

– «¿Sigue dispuesta a hacerlo?»

– «Sí. Y está usted seguro de que no voy a despertar, ¿verdad?»

– «Dígame qué hay ahora en su corazón».

– «Pienso en las personas que dejo atrás».

– «Ya sabe lo que pensarán. A pesar de la tristeza, dirán, fue liberada».

1 DE FEBRERO

A pesar de que el sol ilumina Bruselas, las cortinas permanecen cerradas en la habitación del hospital.

A pesar de las protestas de los agricultores, el médico llega puntual y le pregunta a Lydie por última vez si realmente desea poner fin a su vida.

La respuesta, una vez más, es afirmativa. «Muy bien, vamos a preparar los productos», responde.

De Locht cuenta con la asistencia de Wim Distelmans, jefe del departamento de cuidados paliativos. Es él quien prepara en un laboratorio la mezcla con tres ampollas de pentotal sódico.

Rousseaux presenta a Lydie al doctor Distelmans. «¿Es él el gran jefe?» pregunta, desatando risas.

Todos se encuentran alrededor de la cama. Se intercambian las últimas palabras y De Locht anuncia solemnemente: «Lydie, me despido».

«¿Nos veremos allá arriba?», pregunta. «Venga, saludos a los belgas, saludos a los franceses».

«La hemos liberado»

«La enfermedad la estaba matando poco a poco y yo detuve su sufrimiento, lo que corresponde a mi ética como médico. No siento en absoluto que la maté, siento que acorté su sufrimiento», comenta De Locht.

FINAL

En su despacho, el profesor Distelmans organiza los documentos que serán presentados ante la Comisión de Control. Antes de partir, conversa con Rousseaux y su cónyuge: «La hemos liberado», les informa.

Cuatro días tras su fallecimiento, los restos de Lydie son sometidos a cremación y sus cenizas dispersadas en un jardín conmemorativo en las cercanías de Bruselas, en una ceremonia íntima sin la asistencia de familiares.

La legislación belga de 2002, que legalizó la práctica de la eutanasia, requiere la concurrencia de al menos dos opiniones coincidentes para llevar a cabo el procedimiento: una del psiquiatra y otra del médico de atención primaria.

Esta normativa establece que la solicitud de eutanasia debe ser consecuencia de un sufrimiento que sea «constante, insoportable e irremediable», derivado de una condición médica que sea «grave e incurable».

Según el informe de la comisión federal de control y evaluación, en el año 2022 se realizaron un total de 2.966 eutanasias en Bélgica, de las cuales 53 personas residían en Francia.

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