Política

Mantengo mis principios casi hasta el final Por Víctor Maldonado R.

Víctor Maldonado R. Sociólogo

Licenciado en Sociología y Magíster en Ciencias Políticas, ambas de la Universidad de Chile.

Desde siempre se sabe que uno de los métodos más eficaces en política para ganar el liderazgo consiste en arrebatarle sus banderas a los adversarios.

Mantengo mis principios casi hasta el final Por Víctor Maldonado R.

Si tenemos una esperanza de perfeccionar nuestra democracia, esta la encontramos en tomar decisiones en los temas de fondo y enfrentar nuestras diferencias para definir qué rumbo vamos a tomar. Optar debatiendo con altura.

Hasta hoy, ha sido fácil tomar posiciones por estar concentrados en aquello a lo que nos oponemos, ahora hay que argumentar en positivo lo que se defiende. El debate por el ámbito que abarque la justicia militar está siendo un parteaguas, algo mucho más importante de lo que parecía en un principio.

Por primera vez, se ve un peligro cierto de regresión autoritaria y eso produce un reconocimiento de posiciones que se creía superado, cuando solo estaba latente.

Aquí hay algo muy profundo porque el episodio no terminó cuando la Cámara declaró inadmisible que se restableciera la jurisdicción penal militar. Era la oportunidad de dar vuelta la hoja, si se desaprovechó, no fue por casualidad.

Desde siempre se sabe que uno de los métodos más eficaces en política para ganar el liderazgo consiste en arrebatarle sus banderas a los adversarios.

Tradicionalmente, la izquierda se ha identificado con la promoción de la equidad y la derecha con la búsqueda del crecimiento. Cambia el escenario cuando un presidente o candidato de izquierda se concentra en crecimiento o alguien de derecha comienza a hablar de equidad.

En ambos casos los esquemas previos se pueden romper si se establece una mayoría amplia. Eso pasa, claro, si todo sale bien porque depende de la credibilidad que tenga el liderazgo que dé el paso de transgredir fronteras.

Este es un camino muy difícil de transitar porque, al final, quien lo intenta puede quedarse sin pan ni pedazo. Se pueden buscar electores al frente y ellos considerarlo muy interesante, pero seguir apoyando a los de siempre. Puede que los cercanos consideren que su líder se está comportando de un modo extraño y terminen por desconocerlo.

La credibilidad tiene que ver con la coherencia. Se pueden agregar nuevas características a un político si complementan aquellas que ya se le reconocían. Si la combinación no junta ni pega, entonces el resultado puede ser catastrófico.

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La senadora Rincón ha justificado su apoyo a reponer el tema de los tribunales militares diciendo: «Yo siempre he sostenido que tiene que haber una sola justicia para civiles y militares”, “sin perjuicio de aquello, frente a la situación que hoy día vive el país de inseguridad, es recomendable dar las mayores garantías” a los uniformados.

Esto me sorprende porque, hasta ahora, para mí las palabras “siempre” y “ahora no” eran incompatibles.

Es como afirmar “tengo principios, pero no llego con ellos hasta el final”, que es muy raro porque los principios son algo que uno no abandona nunca, mucho menos cuando hay que decidir.

Esto, a menos que te inscribas en la escuela de pensamiento de Groucho Marx, el humorista norteamericano que decía: “estos son mis principios inclaudicables, ahora, si no le gustan, tengo otros”.

Hay que escoger entre las personalidades para quienes la coyuntura prima sobre las convicciones o las que mantienen convicciones en toda coyuntura. Se pueden traspasar fronteras políticas, pero no cambiar de convicciones éticas.

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