Orlando Aravena dejó una huella imborrable en la historia del fútbol chileno.
Entre 1987 y 1989, tuvo el honor de dirigir a la selección nacional, siendo testigo de momentos memorables y desafíos únicos. Su etapa como entrenador coincidió con el famoso «Maracanazo», un episodio emblemático en el que la figura de Roberto «Cóndor» Rojas ocupó un lugar central.
Sin embargo, este hito también estuvo marcado por las repercusiones negativas, con la FIFA imponiendo duras sanciones que afectaron tanto su carrera a nivel internacional como nacional.
El legado de Orlando Aravena va más allá de los resultados deportivos. Su pasión por el fútbol y su dedicación a la Selección Chilena lo convirtieron en un referente para generaciones futuras de entrenadores y jugadores.
Su partida deja un vacío irreparable en la comunidad futbolística, pero su memoria perdurará en cada gol, en cada victoria y en cada momento de gloria que vivió junto a La Roja.
Como jugador destacó en Magallanes, La Serena, Palestino, Colo Colo y Ñublense, para luego dedicarse a su labor como director técnico.
El técnico padecía de Alzheimer y estaba internado en una clínica del sector oriente por una enfermedad respiratoria.
