Nacional y economía

Chilena sobrevivió al ataque de Hamás

Constanza Flores, originaria de Chile, ha vivido en Israel desde 2014. El 7 de octubre, fue testigo y víctima de los ataques llevados a cabo por Hamás en ese país. Su relato describe el caos y la violencia que experimentó junto con su pareja, Marcelo Cohen, quien forma parte de la seguridad del kibutz. Durante los ataques, enfrentaron situaciones de peligro, como la presencia de terroristas de Hamás armados.
La narrativa continúa con la escalada de la violencia, con videos de secuestros circulando en redes sociales. Flores y su pareja, preocupados por la incertidumbre, se refugian junto a una vecina en un lugar seguro. La tensión aumenta cuando escuchan gritos de «¡Allahu akbar!, ¡Allahu akbar!’ fuera de su casa, corre donde su pareja y le dice: «Están gritando afuera Alá es grande, Alá es grande».
Constanza Flores, originaria de Chile, ha vivido en Israel desde 2014. El 7 de octubre, fue testigo y víctima del ataque llevado a cabo por Hamás en ese país. Su relato describe el caos y la violencia que experimentó junto con su pareja, Marcelo Cohen, quien forma parte de la seguridad del kibutz.
Y agrega: «Llamé a mi hermana. Le digo ‘¿escuchas las alarmas?’ Sí. ‘¿Y los disparos’ Sí, le digo ‘debe ser el Ejército, seguro alguien está tratando de entrar. En la televisión empezaron a mostrar imágenes de otras ciudades, de los terroristas entrando en camionetas’. No podía creerlo, no podía entender que habían cruzado la valla».

Flores relata cómo las alarmas sonaron a las 6:30 de la mañana, indicando que estaban a minutos de sufrir un ataque perpetrado por Hamás. Estuvieron en un refugio mientras las alarmas resonaban y las ciudades vecinas también eran atacadas. La falta de electricidad y las comunicaciones interrumpidas aumentaron la incertidumbre. Describió la tensión de escuchar disparos y la presencia de terroristas cerca.

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Comenta «A las 6 y media de la mañana suenan las alarmas. Estábamos en el refugio con mi pareja, Marcelo Cohen, y tomé mi teléfono para grabar, porque lo hacía para contarle a mi familia, llevábamos 10, 15 minutos con las alarmas sonando, porque por cada misil que vienen en tu dirección suena la alarma, y dicen ‘color rojo, color rojo’. Podías escuchar las alarmas en los kitbutz vecinos. Pensé ‘¿a quién mató Israel?’, porque siempre encontraban a alguien asociado a Hamás, a la yihad, y Gaza lanza misiles en señal de protesta».

DURANTE EL ATAQUE

La historia de Flores se desarrolla en medio de alarmas y dudas que rodean su entorno. La situación se vuelve crítica cuando se corta la luz y ella queda sin televisión. Cerca de las siete de la tarde, su pareja regresa apresuradamente, visiblemente afectado por la pérdida de su celular y con el rostro pálido. En medio de la tensión, Flores le implora: «Por favor, por favor, ¿qué viste?». Su pareja relata haber escuchado disparos cercanos, agachándose para entender la situación. Presencia el momento en que el jefe de seguridad, Rami Negbi, es impactado por una bazuca. Describe a unos ocho terroristas de Hamás, vestidos con uniformes negros y bandas verdes en la cabeza, armados con bazucas.

Flores relata cómo cerraron con llave la puerta de entrada y recibían mensajes de auxilio a través de grupos de chat de la comunidad y amigas de otros kibutz. Una amiga con acceso a televisión confirma la entrada de terroristas.

Flores reflexiona sobre la vulnerabilidad de su ubicación cercana a la frontera y la presencia de medidas de seguridad, como una valla de metal con sensores y un muro de 30 metros hacia abajo. Escucha las balas golpeando las ventanas de acero de sus vecinos y se cuestiona la aparente falta de fuerza por parte de Israel.

La narrativa continúa con la escalada de la violencia, con videos de secuestros circulando en redes sociales. Flores y su pareja, preocupados por la incertidumbre, se refugian junto a una vecina en un lugar seguro. La tensión aumenta cuando escuchan gritos de «¡Allahu akbar!, ¡Allahu akbar!’ fuera de su casa, corre donde su pareja y le dice: «Están gritando afuera Alá es grande, Alá es grande».

Relata el momento en que los terroristas intentan entrar, golpeando la puerta y proclamando consignas religiosas. Reflexiona sobre la injusticia de la situación, agradeciendo no tener hijos en ese momento.

A pesar de los intentos de los atacantes, no logran abrir la puerta. Constanza comparte el alivio temporal cuando el Ejército llega para rescatar a su pareja. Sin embargo, la noche sigue siendo aterradora con disparos continuos. Descubren las bajas sufridas y la presencia persistente de terroristas escondidos en el área. Destaca la importancia de un piloto que neutralizó a los atacantes.

La historia concluye con la evacuación forzada el 8 de octubre. Constanza Flores y su comunidad son trasladados a Eilat debido a la magnitud de los ataques. Describen la devastación en el kibutz, con casas quemadas y autos destrozados. Comparte un impactante encuentro con montañas de cuerpos a lo largo de la ruta de evacuación. La historia pone de relieve la crudeza de la realidad vivida por Flores y su comunidad durante esos días de violencia.

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