La Fiscalía de San Felipe confirmó esta mañana que el cuerpo hallado ayer en el río Aconcagua pertenece a Michelle Silva, la joven que estaba desaparecida desde el 4 de enero.
La identificación fue posible gracias a los peritajes realizados por la PDI, incluyendo el análisis de huellas dactilares y tatuajes coincidentes con los de la adolescente.
Eduardo Fajardo, fiscal jefe de San Felipe, informó que, además del análisis de huellas dactilares, se está coordinando con el Servicio Médico Legal (SML) para realizar una autopsia completa.
El objetivo es establecer la causa exacta de la muerte y obtener todos los antecedentes que puedan ser relevantes para la investigación.
Claudio Figueroa, el único detenido en relación con el caso, se entregó a la PDI y confesó el crimen. Sin embargo, hasta el hallazgo del cuerpo, no se habían encontrado rastros de Silva.
Confesión del crimen
La Fiscal Regional Claudia Perivancich, detalló que Claudio Figueroa se presentó voluntariamente en la Policía de Investigaciones el 20 de enero.
Según la fiscal, Figueroa explicó que vivía en la casa de su madre en la avenida Maipú, junto con su hermano, la pareja de este y su hija. Admitió ser consumidor de sustancias ilícitas y utilizar la aplicación Grindr para adquirirlas.
En su declaración, Figueroa relató que el 5 de enero ingresó a la aplicación para comprar drogas y contactó con un perfil de una joven que se ofrecía como escort y vendía psicotrópicos. Acordaron encontrarse en la calle Maipú.
Figueroa afirmó que, al ver a la joven, que era Michelle Silva, cerca de su casa, la invitó a entrar para realizar la transacción en privado.
Se dirigieron a una habitación de la vivienda destinada a arriendo. En la habitación, mientras discutían sobre las drogas, Figueroa afirmó haber ido al baño y, según el testimonio de su hermano, le pidió preservativos en ese momento.
La fiscal Perivancich prosiguió relatando la confesión de Figueroa, quien dijo haber descubierto a Silva con su celular y el dinero. Al pedirle que los devolviera y no obtener respuesta, Figueroa declaró que perdió el control.
Según su declaración, tomó un cordón de zapatos que encontró en un cajón y asfixió a Silva por la espalda mientras ella estaba sentada en la cama. Figueroa admitió haberse dado cuenta de haberla matado. Posteriormente, intentó ocultar el cuerpo de Silva en una bolsa de plástico blanca junto con su ropa.
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