Datos arrojados por la Encuesta Nacional de Discapacidad, realizada en 2022, muestran que en Chile dos de cada tres mujeres no pueden insertarse en el mercado laboral por hacerse cargo de un tercero. Son cuidadoras.
Sumado a lo anterior, la encuesta Cadem del mismo año reveló que las mujeres inician esta tarea a partir de los 10 años, debiendo otorgar atención a hermanos y adultos.
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«NO HABÍA OTRA OPCIÓN»
Susana Manque es cuidadora hace 37 años. Su hijo Anthony tiene varias patologías, entre ellas microcefalia, retraso psicomotor y epilepsia.
Ya son casi cuatro décadas desde que dejó todo de lado para dedicarse 100% a la atención de su primogénito y lo ha hecho con creces. Pero para ello se vio en la necesidad de renunciar a su propia vida y lo que había soñado de ella.
“No decidí ser cuidadora, no había otra opción. Desde el comienzo fue muy duro, porque además uno por ser mujer pareciera tener la obligación de tomar esa responsabilidad. Los estudios lo demuestran, más del 85% de los cuidadores en el país son mujeres”, dice quien también es representante de la Asociación “Yo cuido”, entidad que busca dar a conocer y visibilizar las necesidades de las personas que ejercen esta sacrificada misión.
«UN TRABAJO INGRATO»
Susana es de esas mujeres que pasa todo su día pendiente de absolutamente todo.
Mientras habla con nosotros, pone atención a lo relacionado a su rutina diaria y poco a poco, al darse cuenta de nuestro real interés por visibilizar una realidad, cambia el tono de entrevista a conversación.
Las razones están claras. Ni ella ni ninguna cuidadora está dispuesta a compartir sólo por morbo o victimización partes de los relatos que han marcado su historia: “Nuestro objetivo está en conseguir avances. Que exista conciencia de lo que hacemos, lo que dejamos y lo que necesitamos”.
“Como ya lo he dicho y lo reafirmo, ser cuidadora de personas es un trabajo ingrato y muy desgastante. No existe descanso, días libres, vida social ni tiempo de ocio. Las jornadas enteras están en función de atender, cuidar y acompañar al ser querido que no cuenta con otro apoyo o auxilio”, relata.
“Trabajar para generar ingresos económicos es imposible, como también lo es recurrir a asistencia médica de cualquier especialidad, porque es tiempo que le quitas a quien cuidas», agrega.
«Si llegamos a sufrir una dificultad y nos sentimos enfermas la solución debemos hallarla en un paracetamol, ibuprofeno o un omeprazol, esas son nuestras posibilidades. Siempre debemos estar en perfectas condiciones, pase lo que pase”, confiesa.
“En mi día a día debo velar para que mi hijo esté abrigado, bien alimentado, cumplir con su tratamiento médico y preocuparme de que no se enferme, entre muchas cosas. No se trata de carecer de comodidades”, añade.
CON LA ASOCIACIÓN «YO CUIDO»
Continúa: “Hay un tema mucho más de fondo del que, con mucha constancia, hemos conseguido poner sobre la mesa para avanzar en cambios que se den desde políticas públicas».
«Se los digo con honestidad, no como un discurso. Todos quienes ejercemos la misma labor vivimos totalmente aisladas en soledad y con una precariedad física, emocional y económica infinita. Con los años hemos avanzado con algunos logros en el ámbito político y tenemos la convicción de que sean muchos más, pero hay que seguir porque de hoy depende mejorar las condiciones de las que vendrán”, expresa con convencimiento.
Uno de esos avances a los que alude esta asistente dental de profesión es poder identificar a quienes hacen su misma labor.
Desde que se creó el Registro Nacional de Personas Cuidadoras en 2022 hasta el momento, se han inscrito más de 114 mil cuidadores. El 87% son mujeres.
A todas esas personas está dedicado el proyecto del Sistema Nacional de Apoyo y Cuidado que se encuentra actualmente en el Senado.
RESPUESTA A LAS DEMANDAS
El martes 25 de junio de este año, 18 organizaciones de personas cuidadoras participaron de un encuentro con la ministra de Desarrollo Social y Familia, Javiera Toro, y la ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana.
En esa oportunidad ambas representantes del gobierno dieron a conocer el contenido de dicho documento, el que pretende dar respuesta a quienes desempeñan este rol en todo el país.
Javiera Toro, expresó que: “El cuidado no puede quedar relegado solo al ámbito privado, sin que nadie lo vea. Como Gobierno, queremos garantizar legalmente los derechos de las personas que cuidan y de quienes requieren de cuidados, entendiendo que parte fundamental de aquello tiene que ver con el reconocimiento”.
Del mismo modo Antonia Orellana profundizó: “Esperamos que en 2026 Chile cuente con apoyo domiciliario para las 75 mil familias que, de acuerdo con el Registro Social de Hogares, tienen un integrante con alguna discapacidad severa o dependencia severa que necesita a alguien que le esté acompañando 24/7”.
Agregó: “Decidimos enfocarnos en las cuidadoras. En cuáles son sus experiencias y cómo esto afecta sus proyectos de vida. Los resultados demuestran que al menos 30% de las mujeres que participaron del estudio sufren secuelas físicas debido a sus tareas de cuidado. Por otro lado, desde la óptica de la salud mental más de70% señalaron haber sufrido depresión o haber tenido ideación suicida”.
“Nos interesa visibilizar y valorar el trabajo de las cuidadoras no remuneradas, integrándolas de forma activa en nuestra red de protección social. Es por eso que hemos desarrollado un trabajo en conjunto para construir una propuesta que responda a sus demandas, trazando así el camino para consagrar el derecho al cuidado en Chile”, sostiene Orellana.
TRABAJO A DISTANCIA
El abogado de la Universidad Mayor Sebastián Pavez destaca que existe un significativo interés de cubrir de manera eficiente avances referentes a las oportunidades laborales.
“La Ley 21.645 aprobada durante el pasado 2023 establece que el empleador deberá ofrecer, a quienes cuiden a niños o personas con discapacidad, que toda la jornada o parte de ella se desarrolle en modalidad de trabajo a distancia”.
Se aplica la norma a las personas trabajadoras que tengan el cuidado personal de un niño o niña menor de 14 años. Así como también a quienes tengan a su cargo el cuidado de una persona con discapacidad o en situación de dependencia severa o moderada, sin importar la edad de quien se cuida y siempre que no reciba remuneración por esa actividad.
En el caso de las personas que cuenten con trabajos que deben llevarse a cabo de manera presencial “se establece que se debe ofrecer teletrabajo en la medida que lo permita la naturaleza de las funciones ejercidas, lo que no se da en un caso en que es imprescindible la presencia del trabajador”, afirma Pavez.
“MUCHAS VECES NO NOS ALCANZA”
“Tenemos toda nuestra fe puesta en el proyecto. Siempre lo digo: los cambios se dan de a poco. No son con una varita mágica que hará las cosas de inmediato, pero sabemos que está y muchas cosas van a cambiar”, dice Susana.
“Actualmente nos tenemos solo entre nosotras. Todas nos apoyamos, nos asistimos y acompañamos. Eso sólo a través del celular. Entre todo un gran grupo de WhatsApp nos damos la contención que no podemos tener de una psicóloga, intercambiamos suministros médicos cuando no tenemos como pagarlos, auxiliamos con conocimientos y experiencias e, incluso, nos organizamos si alguna lo requiere”, confidencia.
“Las necesidades más grandes a veces se deben solventar con rifas o bingos. Siempre todas trabajamos comprometidas porque todas hemos pasado por lo mismo. Muchas veces no nos alcanzan los ingresos, porque la mayoría nos sostenemos solo con pensiones”, cuenta.
En plena conversación se detiene para advertir que es Anthony quien se escucha de fondo.
Consientes de que el tiempo de los cuidadores es muy escaso y nuestra entrevistada nos ha brindado de manera desinteresada minutos que para ella son valiosos, le agradecemos su testimonio, pero antes de despedirse entrega una declaración.
“Tengo mucha fe que, gracias a políticas públicas, se pueda marcar un antes y un después para las cuidadoras que están presentes en todo el país. Tal vez las de hoy no alcancemos a disfrutar todos los logros que vendrán, pero no importa. Deseo de corazón que esta sea la última generación que cuida en soledad”.