Claudio González Hofstetter, el director interino de la PDI, que anunció el Gobierno tras la renuncia de Sergio Muñoz, tiene antecedentes que lo ligan a una investigación por tortura.
Según reveló Radio ADN, el aspirante a detective Mauricio Flores, sufrió hechos descritos como tortura el año 1988. «Me sacan, no sé por qué razón, me envuelven en una frazada, me tapan la cara, me amordazan, me esposan, me sacan de la escuela en un vehículo, me dan unas vueltas, todo esto con golpes de pies, de puños, con fusiles», rememora.
«Ahí me llevan a un baño, me sacan las esposas y me amarran. Y ahí ya me empiezan a golpear definitivamente por todo el cuerpo y me empiezan a poner la corriente con una máquina que me colocan en los testículos, y me logro desatar y me saco lo que tenía en la cara, las vendas», añade.
Luego agrega el detalle: «En ese grupo estaba González Hofstetter». Sí, el actual director interino de la PDI.
A propósito de los hechos relatados por Flores, Policía de Investigaciones llevó a cabo una investigación interna en la que González reconoció haber participado de los hechos, sin mayores consecuencias tras su confesión.
Lea también: Boric tras salida de Muñoz: «Los antecedentes son impactantes»
LA INVESTIGACIÓN INTERINA
Al respecto, su abogado, Maximiliano Delgado, afirma que la investigación interna no se desarrolló de manera adecuada. «Se expuso esta situación ante la comisión investigadora», señaló.
«A ese lugar concurrió efectivamente parte del alto mando, incluyendo el actual director subrogante de la Policía de Investigación de Chile, y quienes evidentemente no dieron cuenta de todos los antecedentes, y por eso que se ha hecho pública esta situación. Antecedentes que tenemos con documentación donde, dentro de otras cosas, el actual subrogante dio declaraciones que son contradictorias entre ellas», aseveró el abogado.
Sobre los documentos en sí, a los que pudo acceder el medio previamente citado, estos ratifican la descripción de Flores. Además, se detalla que los hechos ocurrieron durante una «clase teórica», llamada «juego de guerra». Allí, el aspirante a detective representó en contra de su voluntad a un delincuente. Posteriormente fue aprehendido, desorientado e «interrogado».