Republicanos: No pasaron la prueba del poder Por Víctor Maldonado R.
Kast tiene la tranquilidad de saber que ha hecho la apuesta en la que cree y no tiene ninguna opción de cambiarla, de manera que solo le queda seguir adelante. Espera que la tendencia general del país termine por beneficiarlo como la última vez, pero lo cierto es que, en esta oportunidad, algo no está funcionando.
La vez anterior el republicano era radical y novedoso, ahora el más radical es Kaiser y es el republicano el que ha dejado de ser novedoso. Está cada vez más distante de Matthei y ha sido alcanzado por su candidato competidor que es, al mismo tiempo, su reemplazo.
Lo que se alteró fue el contexto. Kast es un candidato que dejó de moverse hacia arriba y la opción moderada de llegar a acuerdos se ha impuesto en la centroderecha. La búsqueda de consensos ya no está en retroceso.
En este escenario, lo que no puede hacer es moverse un milímetro de las declaraciones que ya ha hecho. Espera que un nuevo cambio en la opinión pública hacia una crítica más agresiva lo pueda hacer retomar posiciones.
Pero no queda un espacio infinito para poder intentarlo. Lo que vaya a pasar tendrá un adelanto con el término de las negociaciones por la reforma previsional y la respuesta que tenga su aprobación. Si la evaluación es buena, Kast ya perdió.
Para ganar la presidencia desde la extrema derecha, hay condiciones. Tiene que haber un país dispuesto a polarizarse, la convicción de que explotando conflictos se pueden obtener logros importantes y hay que conseguir que alguien al frente acepte entrar en el juego de mutuas agresiones. Estas condiciones no se dan.
Kast no tiene la primera opción en la derecha ni en su sector de la derecha. Despejar la competencia por el extremo del tablero puede tener mucho interés, pero no tiene nada que ver con acercarse a La Moneda.
El republicano ofrece una alternativa que carece de dudas. Pone la unidad de su sector como un tema posterior a la fijación de una identidad clara que es, por supuesto, la que él representa. Sobre esta base es que se apresta a competir en primera vuelta con la centroderecha. Su sector, en cambio, quiere la unidad.
Kast se explica diciendo que así se obtienen mejores resultados, en la práctica, no quiere la unidad, quiere que lo sigan y su oferta está siendo rechazada.
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El discurso de Kast consiste en calificar y descalificar. Boric es un izquierdista radical, los acuerdos políticos que se busca son tramposos y potencialmente dañinos para el país. Propone una «terapia de shock» en seguridad y economía, y la mano firme del Estado ha de mostrarse en el control de las cárceles y en la reducción de su propio tamaño. Nada de esto parece convocar.
Pero ¿por qué ha ido perdiendo posiciones? Hay algo de fondo en esto. Quizá sea porque sus electores no solo esperen que los represente en sus rechazos, sino que también muestre la capacidad de hacer cambios a su favor.
Ocurre que republicanos recibió un fuerte respaldo en la segunda parte del proceso constituyente, tuvo la posibilidad de instalar cambios y la desperdició. Se les entregó poder y fracasaron. Ya no son la novedad y no tuvieron efectividad.
La moraleja podría ser que el poder que se entrega y no se usa bien, se pierde. El problema es que es algo que no solo le puede ocurrir a republicanos.