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Plebiscito constitucional: Las encuestas pasaron la prueba

Andrea Bostelmann

Un poquito hacia arriba, un poquito hacia abajo, las empresas que hacen sondeos de opinión en el país estuvieron a la altura de las circunstancias, a pesar de todas las fallas metodológicas que se les reprochan.

Con 99.33% de los votos escrutados, el En Contra se impuso por sobre la opción A Favor por 55.76% de los votos ante 44.24% en el plebiscito constitucional. Pero, ¿qué habían dicho las encuestas al respecto?

Como primera cosa, absolutamente todas coincidieron en que no había mucha posibilidad de que la propuesta de carta magna tuviera una votación favorable.

Lo que cambiaba eran las cifras.

Sin embargo, había algunos factores que le otorgaban cierta incertidumbre a los resultados de las cuatro principales encuestadoras: Activa, Cadem, Criteria y Panel ciudadano UDD. Una de ellas era el ascenso del voto A favor desde septiembre al menos hasta noviembre.

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También, el desdibujamiento de las ideologías. Porque entre los acérrimos de la derecha y los acérrimos de la izquierda la tendencia de las personas que se declaran de centro o independientes es bastante líquida y cargada a la indecisión.

Como dijo Cristián Valdivieso, socio fundador de Criteria, “desde hace un buen tiempo ya no estamos votando por ideologías ni por partidos fijos. Entonces las emociones son las que entran a tallar y, desde esa perspectiva, al final del día tú puedes entrar con un cierto estado de ánimo a la urna y cambiarlo adentro de la urna. No estás defendiendo cosas a ultranza, como era en la época donde las ideologías tenían fuerza. Aquí estamos viendo la liquedez total, y la liquidez total supone estar expuestos a las emociones del minuto”.

TIEMPOS DE VEDA

¿Se dio cuenta de que durante dos semanas no recibió un bombardeo de posibles resultados del plebiscito según las consultas a la opinión pública?

Fue por la veda.

Larga veda informativa de proyecciones electorales que se estrenó con este proceso.

Bien larga, la verdad, porque antes era de unos pocos días.

La idea, como siempre -¿siempre?- es bien intencionada y la explica Mario Herrera, investigador del Centro de Análisis Político de la Universidad de Talca.

“Lo que hay que tener en consideración es si las encuestas explican la opinión pública o si las encuestas son reflejo de la opinión pública. El propósito detrás de la veda es precisamente evitar lo primero, que las encuestas terminen influyendo en la opinión pública y que no sean un reflejo”, explica.

-Y eso es bueno?

-La veda es positiva en el sentido de que garantizamos que no hay influencia de las encuestas sobre el resultado. Las encuestas continúan teniendo poca regulación en términos metodológicos, del muestreo, de la transparencia de los resultados, de la publicación de bases de datos, etcétera, que permiten tener un mayor control y fiscalización. Al menos ese es el propósito o la utilidad de la veda.

En cambio, recién iniciada la veda, Roberto Izikson, gerente general de Cadem, reclamaba en Tolerancia Cero que se trata de “una ley muy mala, porque sabemos que la encuesta que va a ser más certeras es la que se apegue más al resultado electoral. Parece que la legislación creyó que nosotros medimos clima, que uno puede hacer una proyección a 15 días y que no podemos hacer nada para influir sobre eso, pero aquí lo que estamos midiendo es comportamiento humano, que es influenciable al contexto”.

-¿Realmente pueden influir las encuestas en el resultado de una votación?

Responde Mario Herrera, de la Universidad de Talca: Influyen, precisamente porque van creando un ambiente en el cual uno podría pensar que es la encuesta la que termina determinando el comportamiento de los individuos. Además, crea dos sensaciones que están muy estudiadas por la literatura. La primera es la sensación del efecto del ganador y esto suele afectar tanto de manera positiva como negativa.

“La literatura muestra que cuando la diferencia en las encuestas entre el primer y el segundo lugar es muy alta, eso desestimula la participación electoral, porque la gente percibe que no es una elección competitiva, donde su voto tiene cierto nivel de influencia. En cambio, cuando la percepción en las encestas es que el resultado es estrecho, la gente tiende a ir a votar, porque se interesa por el proceso y siente que su voto puede ser decisivo para inclinar la balanza hacia uno u otro lugar”, detalla Herrera.

El segundo efecto dice relación con el interés que pueda haber en el proceso electoral, porque “si se percibe que es un proceso altamente importante para la ciudadanía, la gente naturalmente va a ir a votar, se va a informar. Si en cambio la gente muestra desinterés en el proceso, como es el caso de esta elección, la gente muestra desinterés con el proceso y con el voto, hay desafección en general con la política, entonces lo natural es que esa participación sea más baja”, agrega.

-Pero tenemos voto obligatorio.

-Aunque el escenario sea de voto obligatorio. Estamos recién reintroduciendo el voto obligatorio, pero todavía no se sabe realmente qué tan efectivas son las sanciones. En el Chile previo al voto voluntario, cuando teníamos voto obligatorio, había sanciones, pero no eran sanciones efectivas. Eso nos llevaba a un porcentaje de votos muy alto, a pesar de que las sanciones no fueran efectivas, pero estaba condicionado precisamente porque el proceso de inscripción era de carácter voluntario. Ahora estamos en un escenario completamente distinto, que es de inscripción automática y voto obligatorio. Recién en esta elección vamos a ver cuál es el impacto real del voto obligatorio sin sanciones efectivas sobre la conducta electoral.

QUÉ DECÍAS LAS ENCUESTAS

Los últimos sondeos (7 de diciembre) antes de la veda daban amplias diferencias entre el En Contra y el A favor, pero también a los no sabe-no responde.

Cadem mostraba 44%, 38% y18%, respectivamente. Pulso Ciudadano entregaba 47,8%, 25,3% y 17,7%.
En los últimos días, en encuestas no para divulgación pública, Panel Ciudadano dio 57% y 43% sacando a los indecisos, mientras que Criteria vaticinó 55% y 45%, que fue el resultado final.

-¿Qué tan confiables son las encuestas en la actualidad?

-Las encuestas son una fotografía del momento y, como tal, lo que hacen es reflejar un ambiente de la opinión pública. ¿Eso les da cierta capacidad predictiva? Sí. Si uno espera o uno proyecta que todas las variables se mantengan constantes, entonces la última fotografía debería ser una fotografía realmente cercana a la del final-, responde Herrera.

Son fallas metodológicas. Por ejemplo, que se realicen de manera telefónica, porque “una alta tasa de no respuesta y esa tasa implica también una alta tasa de remplazo y se desvirtúa unos de los principios del muestreo probabilístico”.
Otra es la falta de regulación sobre su poca transparencia, tanto en términos de publicación de sus resultados como de estudio de campo.

Tercero: el momento en que se hace el trabajo de campo, es decir, la contingencia de ese momento respecto de la temática consultada. “La contingencia tiene un impacto sobre las encuestas y lo que muestra la evidencia en general es que esos acontecimientos o momentos críticos que surgen de manera espontánea, tienen un efecto en el corto plazo, pero no necesariamente un efecto en el largo plazo, y eso es lo que ha hecho que las encuestas sean poco precisas para atinarle al resultado”, puntualiza Herrera.

“Y hay un cuarto elemento, que es también metodológico. Cuando pasamos del voto obligatorio al voluntario, las encuestas perdieron su capacidad predictiva, porque no eran capaces de estimar al votante probable”, añade.

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