Caso Monsalve: Los adversarios te cuidan si tu debilidad les sirve Por Víctor maldonado R.
Había sucedido en todos los gobiernos hasta ahora. Cuando hay efectiva interconexión en La Moneda se crea un mito que llega a ser una entidad casi real. Se produce una discusión interna que dura hasta alguien dice: “Lo siento, pero esto ya lo decidió La Moneda”, momento en el cual el debate se termina.
“La Moneda” en este caso tenía un significado un tanto misterioso.
No se refería a un personaje u otro en específico, sino a una decisión política tomada entre varios y que estaba siendo procesada en múltiples instancias de coordinación.
A veces no se necesitaba una instrucción concreta. Habiendo tomado posición pública un ministro del comité político, varios equipos interministeriales entraban a operar sin más. Se daba por sobreentendido que había que concretar un consenso cruzado para hacer que la decisión tomada se mantuviera a firme.
Es un resultado que se produce cuando hay un centro colectivo de poder que opera como tal y que permite la existencia de instancias de coordinación que cubren varios ámbitos simultáneos.
Eso es “La Moneda”… cuando existe.
Es una forma virtuosa de funcionamiento porque requiere de una Presidencia efectiva que opera a través de equipos de confianza con sentido de cuerpo.
Pues bien, este mito casi real se ha esfumado ahora como fantasma a mediodía. Hoy en Palacio la coordinación es leve, segmentada y opera en sentido vertical por reparticiones. La forma como se ha procedido en el caso Monsalve fragmenta el núcleo político central y su reconstitución es algo muy difícil.
El responsable de esta situación no es el caso judicial en sí mismo porque no es su gravedad lo que determina la falta de funcionamiento, sino la imposibilidad de mantener relaciones de confianza en un ambiente de alta tensión.
Mucho pedir
Aparentemente, todo está donde tiene que estar y nada ha cambiado, pero lo que ha desaparecido es el equipo político existente y recomponerlo significa que alguien sabe cómo hacerlo y eso es mucho suponer.
Una decisión tomada a puertas cerradas por tres personas, en forma simultánea o no, ya no dispone de un mismo relato de los acontecimientos. Entregaron versiones de distinta extensión y detalle, lo que es incompatible con una preparación previa. En la diferencia de detalles está el peligro y sintonizar relatos después se hace cada vez más complejo. La situación tiene que recuperarse con premura porque no sé si este será el peor de los mundos, pero al menos es una imitación bastante buena.
El cambio es perceptible.
La oposición ya no ataca a fondo al gobierno porque se da cuenta que su mejor escenario consiste en mantenerlo en un estado de extrema debilidad. Así se asegura de obtener la victoria garantizada, mientras que si se excede en el ataque existe la remota posibilidad de que reaccione.
En el caso Monsalve, más allá de las fechas y el orden cronológico de evidente importancia, lo que más sorprende es que, en algún momento, los protagonistas del episodio lo comentan con sus equipos respectivos. Nunca se menciona una reunión de coordinación entre equipos para dar una respuesta combinada. No hay vínculo entre pares. Cada uno va por su lado y de este modo “La Moneda”, ese ente místico que surge del trabajo conjunto, nunca aparece.
Fin del mito.