Aunque la cúpula del Frente Amplio optó por el hermetismo durante las horas posteriores a su último comité central, el contenido de esa reunión ya comienza a despejarse. Y una de las decisiones más significativas recayó sobre la presidenta de la coalición, Constanza Martínez, quien resolvió declinar su aspiración a competir por un escaño en el distrito 8, que abarca comunas como Maipú y Estación Central.
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El paso atrás de Martínez, quien actualmente se encuentra en México participando en actividades políticas, no fue menor. Su nombre circulaba desde hace semanas como una de las cartas fuertes del oficialismo para reforzar la bancada parlamentaria. Sin embargo, la irrupción de Gustavo Gatica, símbolo de las violaciones a los derechos humanos durante el estallido social, modificó el tablero.
La propia exdelegada presidencial lo confirmó en una carta dirigida al comité central del partido, donde explicó su decisión como un gesto político de responsabilidad colectiva, en favor del proyecto del Frente Amplio y de la renovación de sus rostros parlamentarios.
“El honor que me entregaron los comunales y militantes de la Región Metropolitana no puede nublar las oportunidades que se presentan para nuestro partido. […] He decidido declinar mi candidatura parlamentaria para facilitar las posibilidades de que Gustavo Gatica pueda ser candidato”, señaló Martínez en la misiva interna.
La determinación no estuvo exenta de tensiones. El comité central, convocado para ordenar la parrilla electoral con miras a la próxima elección legislativa, habría sido más complejo de lo previsto, reflejando las fricciones internas que atraviesan al bloque frenteamplista en su intento por compatibilizar liderazgos históricos con nuevos referentes nacidos del ciclo 2019.
LA FIGURA DE GUSTAVO GATICA
La figura de Gatica, en ese contexto, representa un capital simbólico para el Frente Amplio, pero también un riesgo. Su postulación, de concretarse, abrirá una discusión inevitable sobre el uso del legado del estallido social como plataforma política, y exigirá del conglomerado un manejo cuidadoso para evitar tensiones internas o críticas desde sectores de izquierda más ortodoxos.
Por ahora, la colectividad optó por no emitir declaraciones públicas sobre la definición. Pero la renuncia de Martínez a competir en el distrito 8 deja en evidencia que, al menos en este caso, la voluntad de abrir espacio a nuevos rostros se impuso a los intereses individuales. Una apuesta arriesgada, pero coherente con el discurso transformador que el Frente Amplio ha defendido desde sus orígenes.
