«Esta crisis del poder judicial no es inédita, pero es muy grave». Así calificó el abogado constitucionalista Jorge Correa Sutil la situación que atraviesa la justicia a raíz del Caso Hermosilla.
El exsubsecretario del Interior describió en T13 En Vivo la forma como funcionó durante la dictadura, los hitos que marcaron sus posteriores cambios y cómo siguió hasta nuestros días.
«EMPEZÓ A TRAFICAR VALORES»
«Yo empecé a ejercer a mediados de los 70 y en ese momento tú comprabas a varios ministros de la Corte Suprema, o sea, tenían un precio por el cual tú obtenías una sentencia favorable», relató.
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«Había un mercado, te contactaba una persona que te decía ‘mire, ministro, le va a corresponder redactar este fallo’ y entiende que es una causa de mucho dinero y entonces comenzaba a hacer la insinuación… y, bueno, los que no pagábamos, perdíamos», explicó.
Eso demoró unos diez años en terminar. «El poder judicial no era corrupto, pero sí empezó a serlo en la dictadura, porque empezó a traficar favores. Había abogados de la plaza que eran tremendamente influyentes y que obtenían que no se aceptaran recursos de amparo a cambio de nombrar como notario al sobrino del ministro», reveló.
«Se traficaban favores, entonces se comenzó a traficar dinero. Este mercado era bastante conocido entre todos los abogados que litigaban en la Corte Suprema, que era un grupo muy pequeño», agregó.
DE HUGO CERECEDA A SERVANDO JORDÁN
Luego vino un punto de quiebre.
Para Correa Sutil, «desde los mediados de los 70 diría que pasaron varias cosas: Acusación Constitucional contra el ministro (Hernán) Cereceda, el 93. Parte de la derecha, (Sebastián) Piñera y otros senadores más se suman a la Acusación Constitucional y se suman no en razón del motivo que había causado la Acusación Constitucional, que era una demora en una causa de DD.HH.».
El motivo fue, que según contaban, «uno de los senadores se sentó y dijo ‘hay que sacar a este ministro porque es corrupto’ y que Piñera le había preguntado ‘oye, pero cómo sabes que es corrupto, si se habla que todos son corruptos’ y entonces el senador le respondió ‘yo le pagué'», rememoró el abogado.
«Entonces tres senadores de derecha (Piñera, Ignacio Pérez Walker y Hugo Ortiz de Filippi) se juran que van a aprobar esta acusación. Se dice que Cereceda sale por motivos distintos a su acusación. Eso impactó en el poder judicial, se frena la corrupción mucho, pero no desaparece…», añadió.
El segundo hito fue la Acusación Constitucional contra el presidente de la Corte Suprema, Servando Jordán.
«SE PUEDEN HACER MEJOR LAS COSAS»
«Él se salva por un voto. Él venía por un caso de corrupción, pero produce un impacto en el país muy fuerte y Soledad Alvear, entonces ministra de Justicia, entra a la Corte Suprema con una carta, que fue como entrar con un caballo galopando y con una espada», relató.
Esta «dice que la Corte Suprema está en el peor de los lugares de la imagen pública, que esto no da para más, qué se yo, y la Suprema en vez de reaccionar como venía reaccionando desde siempre contra la política -que era diciendo ‘están rompiendo el Estado de Derecho’-, cede y dice ‘oiga siempre se pueden hacer mejor las cosas'».
A juicio de Correa Sutil «ahí queda la sensación de que la derecha no está por apoyar a la Corte Suprema, de que la Corte Suprema está débil, lo reconoce ella misma y se produce la salida de todos los mayores de 75 años, la aprobación de la reforma procesal penal, etc. Ese es el momento en el cual cambia la Corte Suprema muy fuerte».
Luego «quedó una cosita menor, que fue Luis Correa Bulo, que se hace cargo de la Corte Suprema, que ya está renovada, que ya está cambiada, que ya entiende que la corrupción la desprestigia notablemente y, por lo tanto, no está dispuesta a aceptar focos de corrupción. Ahí se acaba hasta que nos volvemos a sorprender con esto», relató.