Política

El efecto Ramírez en la carrera por la mesa de la Cámara

Cristian Navarro H.

Periodista

demandas del estallido social
Foto: Guillermo Ramirez
El PPD y la DC descartaron que la derecha tenga amarrada la mayoría y activaron sus propios contactos con el PDG

Las negociaciones para definir la próxima mesa directiva de la Cámara de Diputados entraron en una zona de cautela máxima tras las declaraciones del presidente de la Unión Demócrata Independiente, Guillermo Ramírez, quien aseguró públicamente que la derecha ya cuenta con los votos suficientes para controlar la corporación a partir de marzo de 2026.

Lejos de fortalecer la posición opositora, en Chile Vamos y en el Partido Republicano interpretaron el comentario como un paso en falso, al considerar que amenaza con tensionar negociaciones que, hasta ahora, se habían desarrollado bajo estricta reserva.

En privado, dirigentes admiten que transparentar supuestas mayorías puede rigidizar a potenciales aliados y reactivar movimientos defensivos en la centroizquierda.

Lea también Grau y llamada ley de amarre: «Vamos a ingresar la propuesta acordada»

El trabajo fino lo encabeza el actual presidente de la Cámara, José Miguel Castro (RN), junto a representantes de los principales partidos de derecha. La estrategia ha sido conversar con parlamentarios fuera del futuro oficialismo, incluidos independientes,  evitando señales de triunfalismo. “Los votos no existen hasta el día de la votación”, repiten en el equipo negociador, consciente de que el desenlace recién se conocerá el 11 de marzo de 2026.

La ventaja numérica inicial, 76 diputados alineados con el presidente electo José Antonio Kast,  obliga a sumar al menos dos apoyos adicionales. De ahí que el Partido de la Gente (PDG) y algunos parlamentarios de centroizquierda se hayan vuelto piezas clave. Precisamente por eso, en el Partido Republicano pidieron “no ser soberbios” y evitar declaraciones que compliquen el delicado equilibrio.

Desde la vereda opuesta, el progresismo tomó nota. El PPD y la DC descartaron que la derecha tenga amarrada la mayoría y activaron sus propios contactos con el PDG, convencidos de que anunciar acuerdos antes de tiempo “quema el pan en la puerta del horno”.

Así, más que una señal de fuerza, la confesión de Ramírez terminó revelando la fragilidad del momento: cuando la aritmética parlamentaria depende de gestos mínimos, la discreción se vuelve un activo tan valioso como los votos mismos.

Comparte en:

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email