Andrés Chadwick renuncia a la UDI para concentrarse en su defensa. En realidad, cada uno, partido y personero, debieron renunciar hace tiempo el uno al otro y por el mismo motivo: para poder defenderse.
Si la razón esgrimida fuera la verdadera, hay que preguntarse en qué cosa ha podido estar concentrado hasta ahora el exministro. A no ser que se considere una ocupación el tener que ir renunciando a los cargos que ocupaba.
Hay separaciones que llegan tarde, algunas muy tarde y esta que estamos comentando. Las despedidas que se realizan a tiempo evitan daños mayores, las que se eternizan solo permiten acumular costos.
Y como aquí ningún paso se da de manera clara, simple y oportuna, observamos el primer caso de una renuncia, supuestamente hecha como señal pública, que se hace en secreto, que se comunica inicialmente en reserva a algunos y que se conoce dos semanas después. Otra acción retorcida y de difícil explicación.
«TODOS PARA UNO Y UNO PARA SÍ MISMO»
Cuando se acumula desprestigio institucional por el silencio de una persona que ha sido clave en su funcionamiento, se puede deber a tres motivos:
Porque es muy fuerte la costumbre de sentirse protegido por el poder, porque resulta imposible la disociación entre ambas y el contagio se ve como inevitable o porque el silencio es la mejor defensa personal dada la falta de explicaciones.
Las razones pueden sumarse, lo mismo que los costos que se han acumulado, como si siempre fuera la idea la de producir el mayor daño posible.
Así resulta ser la versión de Chadwick del lema de los tres mosqueteros: «todos para uno y uno para sí mismo». Por su silencio, su partido y el gobierno de Piñera absorbieron parte importante de las imputaciones que se quedaron sin contestar.
El caso es que la UDI no tuvo la opción de responder de una manera oportuna a las interrogantes más básicas que provenían de la opinión pública. No puede decir que careció de la oportunidad.
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LA CRISIS COMO UN MODO DE VIDA
Se dice que Chadwick ha actuado con valentía al renunciar a su partido. No se ve cómo pueda interpretarse así su actitud. Se parapetó tras un colectivo todo lo que pudo, cuanto pudo y, por mientras, todos intentaban exculparlo sin éxito. Después que el parapeto quedó hecho una miseria, termina por hacer lo que debió ser iniciativa personal desde el principio.
El gremialismo ha tenido a disposición una directiva de reemplazo que no la ha conducido fuera de la crisis, sino que instaló la crisis como un modo de vida.
La verdad es que no se ve salida. Regularmente, un partido apela a sus figuras emblemáticas del pasado para orientar sus decisiones futuras. Aquí nos encontramos con el inusual caso de una figura que los deja sin porvenir.
Es su rostro más preeminente y uno de sus padres fundadores. No hay forma de separarse de eso. Chadwick supo negociar bien cuando se trató de otros temas y de otras personas, pero no en su propio caso.
Sin eufemismos, lo cierto es que nadie necesita renunciar a un partido para concentrarse en su defensa. Es un modo de decir que de lo que viene nada bueno puede esperarse. Chadwick está matando a la UDI y sus declaraciones son parte del más largo epitafio que se conozca. Que nadie descanse en paz.