Opinión

Elecciones 2024: Ojo con los que se desmarquen

Víctor Maldonado R. Sociólogo

Licenciado en Sociología y Magíster en Ciencias Políticas, ambas de la Universidad de Chile.

Servel
Foto: Agencia Uno
El descontento ciudadano por la falta de rumbo del país no se expresará por completo en estas elecciones territoriales, donde impacta una multitud de factores locales.

Elecciones 2024: Ojo con los que se desmarquen Por Víctor Maldonado R.

Sabemos lo que va a pasar en estas elecciones, pero, al final, lo que más importará va a suceder en unos pocos lugares.

Las tendencias observadas son muy consistentes.

La combinación de voto obligatorio y descontento acentuado con la política se va a expresar de los dos modos que se tienen a mano: apoyando independientes y anulando el voto.

Los grupos que han resistido mejor la tendencia a la dispersión se verán compensados con buenos resultados: republicanos y el Frente Amplio (FA).

El primero es el sector más ideologizado, tiene liderazgo reconocido y permea a los partidos de Chile Vamos.

Lo que se espera

El FA pasa de ser una coalición de partidos a un partido unificado, tiene liderazgo de reemplazo y un buen desempeño electoral.

Muchos otros partidos sufrirán una merma en su representación, aunque los costos se repartirán de forma desigual.

Quienes son un poco menos pequeños consiguen que los demás los sobrerrepresenten. Esa es la lógica del sistema.

Lo obvio no siempre es lo deseable

En el papel, todo parecerá extremadamente claro: la derecha se va a derechizar aún más, la izquierda se va a la izquierdizar y, entre ambos, quién más espacio habrá ganado es la oposición porque aumentará mucho su número de electos.

Rápidamente se sacarán las conclusiones más obvias para la elección presidencial y se dará a la derecha como ganadora segura.

Como el oficialismo pasa por su peor momento desde su difícil instalación, y ha recuperado el gusto por la demostración pública de sus diferencias, se acentuará la impresión predominante de que el gobierno de Boric habrá sufrido una pérdida apreciable de poder, anticipo de su desalojo inevitable de La Moneda.

Pero eso no es todo lo que hay que ver este fin de semana.

El descontento ciudadano por la falta de rumbo del país no se expresará por completo en estas elecciones territoriales, donde impacta una multitud de factores locales.

La balanza del poder se va a inclinar al lado contrario de la vez anterior. No obstante, el porfiado hecho central seguirá siendo que nadie puede aspirar a gobernar el país por sí solo.

Es posible ganar, pero no es posible imponerse sin contrapeso.

Es lo que da inicio, una vez más, a un ciclo de frustración y en este deterioro de nuestra convivencia siguen predominando expresiones políticas muy rudimentarias, especializadas en canalizar rabia y no en hacer propuestas.

¿En qué hay que fijarse que pueda alterar este deprimente escenario? En la aparición de liderazgos que quiebren la tendencia a la polarización.

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Existen unos cuantos lugares se habrá preferido una lógica de construcción de acuerdos, tras una figura integradora, en vez de la expresión pura y simple del descontento.

Existen algunos lugares se va a ser visible una recuperación de la confianza en líderes transversales.

Son los que se desmarcan.

No en el sentido de que dejen de representar opciones políticas reconocibles, sino de que quienes no las comparten, igual sienten que sus demandas están siendo tomadas en cuenta.

Como la atención pública no es infinita y el conteo parte por los gobernadores y sigue con los alcaldes, lo que importa es lo que ocurra en las principales regiones y en las comunas emblemáticas.

Los que digan lo de siempre no cuentan, los que le hablen a quienes no votaron por ellos marcarán el rumbo.

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