Política

Elector: apártate de mí que soy un pecador

Víctor Maldonado R. Sociólogo

Licenciado en Sociología y Magíster en Ciencias Políticas, ambas de la Universidad de Chile.

Elector: apártate de mí que soy un pecador, señala el sociólogo Víctor Maldonado en su columna diaria.

En las últimas semanas, la derecha ha basado su campaña en lograr que aquello que se plebiscite sea la gestión de gobierno y no la Constitución.

Es obvio que La Moneda ha de evitar caer en un juego de provocaciones o ponerse a imitar el tono agresivo que está unificando los mensajes de los opositores.

Sin embargo, es bien distinto no hacer campaña, manteniéndose en el rol de dar garantías de imparcialidad, a la que está obligada la administración Boric, que terminar perjudicando la estrategia de los partidos oficialistas.

Esto se puede lograr por una vía distinta al anterior protagonismo del que ahora reniega.

Cuando Gabriel Boric reconoce las trabas que su sector puso al gobierno de Piñera en materia de seguridad, no lo hace de un modo que fortalezca al gobierno.

Pide que no se le aplique la ley del Talión, pero no hace ningún llamado específico a apoyar en conjunto medidas concretas, con lo que deja por completo la iniciativa en manos de la oposición.

Gesto inconcluso

El mandatario hace este gesto inconcluso justo cuando la derecha ha definido una línea dura de enfrentamiento con el oficialismo, lo que refuerza la sensación de debilidad que su administración trasmite incesantemente.

Esta actitud perjudica el desempeño de la centroizquierda en el plebiscito porque se asumen responsabilidades de manera unilateral, en ausencia de promover iniciativas en el presente.

Es como ofrecerse como víctima al sacrificio.

La intención es buena, pero el tono adoptado es contraproducente. Un lamento plañidero en momentos de prueba es lo que menos se espera de un Presidente y esta actitud es una nueva muestra de que puede seguir una súbita inspiración y es una razón adicional para que no se le ocurra ceder a sus primeros impulsos.

Una llamada a la acción se puede identificar de inmediato por contraste.

Claudio Orrego, por ejemplo, ha estado proponiendo iniciativas que asumir, algunas como la de implantar el estado de excepción son muy discutibles, pero en cualquier caso se trata de tomar la iniciativa, en un claro predominio de la acción por sobre la emoción.

Sin duda, esto es exactamente lo que se necesita.

Decir «aquí tenemos todos que trabajar y aportar para que esto pare, para que se detenga el crimen organizado”, es lo contrario de un pasivo reconocimiento de culpas o una reminiscencia de las responsabilidades pasadas, sobre las que ya nada se puede hacer.

Lo que se necesita es un actor, no un observador.

Pasar a la defensiva es una forma de retroceder en una campaña.

El reconocimiento sin motivo de haber asumido recientemente una conducta obstruccionista con el gobierno anterior en la lucha contra la delincuencia, materia en que la derecha centra la campaña plebiscitaria, produce efectos bien negativos en las semanas que quedan antes de la votación.

La vocera dice bien que la derecha no debiera optar por la vendetta y aunque no se entiende por qué debiera vengarse en italiano, sí es reconocer que tendría motivos, pero que no es bueno para el país.

Todo lo cual le cede la iniciativa.

Es útil preguntarse si algo tan incidente fue discutido con los partidos oficialistas en campaña, pero es evidente que no fue así.

La autorreferencia es un mal de la administración Boric que cambia de forma, pero que no se abandona.

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