A solo dos semanas de haber retomado oficialmente sus labores en el Ministerio de Ciencia, Aisén Etcheverry (FA) vuelve a cruzar la Plaza de la Constitución, esta vez para asentarse de lleno en el núcleo más íntimo del poder: el Segundo Piso de La Moneda. La exministra, exvocera subrogante y abogada con experiencia en el aparato público bajo gobiernos de distinto signo, asume un nuevo rol creado especialmente para ella: jefa de Planificación Estratégica de Presidencia.
Lea También: Marcel defiende aplazamiento del reavalúo fiscal
El cargo, inédito en la estructura presidencial, le otorga a Etcheverry un lugar al mismo nivel que el jefe de gabinete Carlos Durán y el jefe de asesores Felipe Melo, con quienes formará un triángulo operativo en un momento político decisivo. Su llegada no es solo un cambio de oficina: representa un reordenamiento del tablero interno del Ejecutivo y una señal clara del Presidente Boric sobre cómo quiere enfrentar los últimos ocho meses de su mandato.
UN NUEVO DISEÑO
Etcheverry se instala con una tarea concreta: aportar coordinación estratégica, agilizar la toma de decisiones y, sobre todo, construir el relato de salida del gobierno. Un relato que no ha logrado articularse con claridad desde la salida de figuras como Giorgio Jackson o Miguel Crispi, quienes representaban el núcleo original del círculo boricista. A su llegada se suma también la evaluación interna de que la planificación política ha sido una falencia persistente desde el inicio del mandato.
Según fuentes del Ejecutivo, su rol también contempla coordinar con los equipos técnicos que hoy reportan a Melo —estudios, contenidos y seguimiento de compromisos—, parte de los cuales podrían quedar bajo su supervisión directa. Esta reconfiguración aún se encuentra en evaluación, pero es evidente que su arribo no será decorativo. Por el contrario, consolida a Etcheverry como una de las figuras más influyentes en Palacio.
DE VOCERA SUBROGANTE AL SEGUNDO PISO
Durante los seis meses que reemplazó a Camila Vallejo en la Segegob, Etcheverry dejó una impresión duradera: capacidad técnica, manejo comunicacional y rápida respuesta ante crisis. Esa performance no pasó desapercibida. En los comités de crisis —espacios de alto voltaje político donde confluyen Interior, Segegob, Seguridad y la Segcom— se ganó un lugar estable. Su integración a la «sala de máquinas» del gobierno no se trató de una excepción transitoria, sino de una apuesta estratégica del Presidente.
Etcheverry, además, encarna un tipo de funcionaria híbrida: con una biografía que la vincula tanto al Frente Amplio como a gobiernos de centro-derecha, ha demostrado navegar sin fricción entre sectores ideológicos, algo cada vez más valioso en una administración que ha tenido que adaptarse a nuevas realidades políticas tras los golpes sufridos por el caso Convenios, la fallida compra de la casa de Allende o la debacle de ProCultura.
UN SEGUNDO PISO EN TRANSICIÓN
Desde la salida de Miguel Crispi en marzo, Carlos Durán —el sociólogo frenteamplista que comanda el gabinete presidencial— quedó como figura central del Segundo Piso. Sin embargo, su estilo ha sido blanco de críticas internas por la falta de anticipación a crisis que terminaron por golpear al propio Presidente. Felipe Melo, que llegó como jefe de asesores, ha cumplido un rol más técnico y reservado, alejándose del contacto político regular con los partidos del oficialismo que alguna vez ejerció Crispi.
En ese vacío, Etcheverry aparece como el engranaje político-administrativo que busca reequilibrar el equipo. En paralelo, ha llamado la atención la incorporación del socialista Jorge Millaquén como jefe de contenidos, proveniente del círculo de confianza de la ministra y candidata presidencial Jeannette Jara. Millaquén será el encargado de coordinar el seguimiento programático del gobierno en la última etapa.
UNA NARRATIVA PENDIENTE
La administración Boric se acerca al cierre de ciclo sin haber consolidado aún un marco narrativo claro de su legado. Etcheverry tendrá como una de sus misiones más relevantes definir los ejes de ese relato de salida: desde la reforma previsional, el proyecto de aborto legal o la sustitución del CAE, hasta el posicionamiento internacional del Presidente a través de su discurso sobre Palestina o su presencia en foros como Brics o “Democracia Siempre”.
La vocera Camila Vallejo ya comenzó a activar ese discurso, poniendo énfasis en cifras económicas positivas y en logros de gestión que podrían servir como insumos para una narrativa de cierre. Pero desde La Moneda reconocen que ese proceso requiere estructura, foco y una línea estratégica clara. Esa es ahora la tarea de Etcheverry.