La campaña presidencial de Jeannette Jara atraviesa una etapa incómoda. No solo debe sortear los emplazamientos previsibles de sus principales rivales —José Antonio Kast y Evelyn Matthei—, sino que enfrenta una tensión creciente desde su propio sector político. Las declaraciones desalineadas desde el Partido Comunista, y en particular del exalcalde Daniel Jadue, han entorpecido sus esfuerzos por ampliar su base electoral con un tono más socialdemócrata.
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En una campaña donde la seguridad pública, la estabilidad institucional y el crecimiento económico se han posicionado como ejes clave, Jara ha intentado matizar el discurso más duro del PC. Sin embargo, las intervenciones de Jadue la han obligado a responder una y otra vez a afirmaciones que desvían el foco de su mensaje.
Primero, Jadue deslizó que Jara suspendería su militancia comunista, lo que la obligó a aclarar que esa decisión, de existir, le corresponde únicamente a ella. Más tarde, volvió a tensionar el panorama al declarar que “cuando el Estado no garantiza derechos esenciales, el pueblo tiene derecho a pasarse por sobre el Estado de derecho”, una afirmación que pone en entredicho la adhesión institucional del propio sector que promueve su candidatura.
FUEGO AMIGO
Como si eso fuera poco, el timonel del PC, Lautaro Carmona, adelantó en radio que la secretaria general del partido, Bárbara Figueroa, tendrá un rol clave en el comando presidencial, a pesar de que Jara había evitado oficializar esa información. “Nunca es cómodo que se adelanten estas cosas”, reconoció la exministra, aunque terminó confirmando la designación.
Estos episodios reflejan una falta de conducción unificada dentro del oficialismo y del propio PC, algo que contrasta con la disciplina estratégica de otros comandos. El problema no es solo de forma, sino de fondo: cada intervención fuera de libreto ahonda la desconfianza entre los votantes moderados y tensiona las relaciones con otros partidos, como la Democracia Cristiana, cuya decisión de respaldar o no a Jara aún está en suspenso.
CHOQUES CON KAST
En medio del ruido interno, Jara ha intentado mantenerse en el debate público enfrentando a sus contendores en diversos foros. En el encuentro Salmón Summit, y luego en el de la ANAC y la Confederación de Dueños de Camiones, protagonizó duros cruces con Kast.
Cuando Jara le consultó por incentivos productivos, Kast le respondió con ironía, acusando que el Ministerio del Trabajo —que ella lideró— dificultaba el crecimiento. Además, volvió a cuestionar la ley de 40 horas, asegurando que ha impactado negativamente en las pymes. Jara, por su parte, defendió con firmeza el proyecto como un avance social.
En otro intercambio, Jara apeló a su historia personal: “Nací en cuna de mimbre”. Kast respondió que su “cuna era de madera”, en una muestra más del tono simbólico que empieza a teñir la campaña.
SEGURIDAD Y ESTADO DE DERECHO
Uno de los temas más sensibles para el electorado ha sido la seguridad. En el debate de la Cámara de Comercio, Jara llamó a “ponerse en el lugar del otro”, lo que fue rápidamente capitalizado por Kast, quien le replicó con dureza recordando a las víctimas del narcotráfico y el crimen organizado.
Pero donde la tensión se vuelve más compleja es en la macrozona sur. Mientras Jara ha reconocido el impacto positivo del estado de excepción, su partido ha votado sistemáticamente en contra de su extensión. La diputada Lorena Pizarro incluso defendió su rechazo apelando al “Wallmapu” y acusando un “delirio anticomunista” en torno a la figura de Jara.
Este doble discurso debilita la consistencia del mensaje de la candidata y pone en cuestión su capacidad de liderazgo frente a los sectores más radicales de su colectividad. La pregunta que se instala, entonces, es si Jara podrá construir un relato coherente que le permita diferenciarse sin romper con su base. Y, más aún, si logrará que su partido le permita hacerlo.