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Isabel Allende: “No va a haber nunca la verdad oficial, cada uno lo vive como lo vivió… Pero podemos decir ‘nunca más romper una democracia’”

Santiago, Chile.

Mario López M.

«No puede haber una verdad oficial, porque no tiene sentido. Es imposible, es absurdo.

A días de la conmemoración del 11 de septiembre del 73, la senadora cree que es posible un último esfuerzo de cara al futuro. “Ese mínimo civilizatorio que nos permite decir “con eso podemos construir lo que sea mañana”, pide la hija de Salvador

«Ha sido un tiempo bien especial. Estoy haciendo un ejercicio que yo me he negado siempre, que es escribir. Y decidí concentrarme en esa semana, entre el 9 de septiembre que llegamos Tencha y yo de México, y el día 16, que aterrizamos otra vez de vuelta a México. He estado más sensible, recordando muchas cosas. Y me ha costado. Porque tiene razón Marcia (Tambutti, su hija) en su reclamo que hace en su documental, de que esta familia se queda callada, que no quiere hablar».

HABLAR EN EDITADO

«Y uno no quiere hablar porque duele, y porque cree que protege. Yo tengo una amiga que quiero mucho, que me dijo ‘tú hablas como en editado’. Entonces, como que me ha golpeado esta cosa. De sacar para afuera, como me dice Marcia».

Reconoce que ser hija de Allende «Es un rol, cierto. Y la vida te obliga a hacer muchas cosas, pero creo que en el fuero interno era medio tímida. Tenía un padre tan en la escena pública, con una casa llena de gente, de conversaciones interesantes en las que nos incluían, que pienso que esas cosas a mí me hicieron ser bastante tímida. Tenía un reducido círculo de amigas, no era fiestera. Y post 73 la vida es como es. Das saltos que ni te los propones, pero las circunstancias te empujan. O sea, si hay algo por lo cual en mi vida me he sentido bien es, uno, haber llegado a La Moneda el día 11, y dos, haber cumplido un poco lo que mi padre nos dijo a Tati y a mí: ‘Quiero que denuncien al mundo lo que aquí ha pasado, la traición, etc.’».

Tras arribar a los 50 años, su mirada «personal es dolorosa, por la cantidad de gente que murió, por tantas vidas rotas. Pero, por otra parte, me ha dado mucha tranquilidad haber ido ese día a La Moneda. Y después hubo tanta solidaridad y cariño, que también te da una sensación de que pierdes al padre, pero ganaste afectos, reconocimientos que ayudan a sanar un poco».

HEMOS RETROCEDIDO

«¿Y en lo político qué es lo que siento? Una mezcla rara. Siento que en lugar de avanzar estamos involucionando. A los 25 años nosotros hicimos el primer concierto masivo, trajimos a Serrat, a Ana Belén. Fue maravilloso.

Después trajimos a Gilberto Gil y otros artistas. A los 30 años, me acuerdo que las televisiones por primera vez dieron muchos programas, sacaron archivos. Se habló mucho. A los 40 años, Piñera dice lo de los cómplices pasivos. Y ahora me encuentro con gente que te dice que Pinochet fue ‘un estadista’ y ese tipo de cosas.

Ahora es dolor, pero un dolor diferente. Es el dolor de pensar cómo es posible que como sociedad, 50 años después, no tengamos la capacidad de decir ‘mira, por grave que sea una crisis política, por polarizado que esté el mundo, nunca tienes que terminar con la democracia, nunca quiebras la democracia’. Siempre tiene que haber una salida, pero no esta, que es un Golpe y una dictadura con las violaciones más atroces que hemos conocido.

Entonces, me duele y me digo cómo es posible que la gente no entienda. No va a haber nunca -ni tiene por qué haberla, sería absurdo- ‘la’ versión, no va a haber nunca ‘la’ verdad oficial. Cada uno va a tener su interpretación, cada uno lo vive como lo vivió. Y es perfectamente respetable, más allá de que hay hechos probados como la intervención de Estados Unidos.

Lo que yo no entiendo es que no seamos capaces de sentarnos a decir ‘nunca más romper una democracia’. Ese es el compromiso que hay que tener para siempre. Ese mínimo civilizatorio que nos permite decir ‘con eso podemos construir lo que sea mañana, porque sabemos que la democracia tienes que cuidarla’”, reflexiona.

INVOLUCIÓN

Frente a la involución que reconoce, entiende que «Hay dos planos. Uno, algo que no se ha sabido mucho, pero ya ha habido casi un centenar de actividades de reflexiones, conversatorios, simposios en las universidades y otros lugares. Hay un mundo que está muy activo, conmemorando de distintas maneras y muy bien. Es el mundo político el que ha involucionado. Y no es Chile solamente, hay una suerte de involución en el sentido de que se ven fuerzas conservadoras que emergen y que tienen que ver con temas lejos de los 50 años, pero que están presentes en la sociedad; las migraciones, la seguridad, los crímenes organizados. Entonces, hay algo, por lo que la gente está muy crítica y muy alejada.

Y, por otro lado, creo que también tiene mucho que ver con este distanciamiento que tenemos entre la dirigencia política y el mundo de la calle», señala la expresidenta del Senado, Isabel Allende en una larga e interesante entrevista en La Tercera.

Preguntada si los 50 años dividen, si existe una disociación, responde: «Es posible que haya una disociación. Y que dividen, obvio, porque es una herida que no tiene todavía cicatrización y no la va a tener mientras no ocurra el día en que todas las fuerzas, sin excepción, sean capaces de decir ‘nunca más deberá romperse la democracia’. Pienso que a los 30, a los 40 años había mejores condiciones para hacerlo. Y hoy día pareciera que retrocedemos, con declaraciones que en el mundo de la derecha no veíamos hace tiempo», reflexiona.

BORIC SE PRECIPITÓ

«Está la presencia del Partido Republicano, o este mundo tan inmediatista en que la gente sólo vive el día a día y este cuestionamiento a la democracia, a los partidos, y da pasto para populismos, autoritarismos, muchas alternativas. A la locura de Argentina, en que eligen a una persona que es capaz decir ‘a lo mejor tenemos que vender a los niños’.

La idea de La Moneda era hacer una invitación a todas las fuerzas políticas a firmar un acuerdo para respetar para siempre la democracia, pero entiendo que el Presidente Boric se precipitó, habló de condenar el Golpe del 73 y ahí se desactivó.

No sé si dijo condenar el Golpe del 73. Él tenía la intención de que hubiese una carta donde se apoya, defiende y se entiende que la democracia nunca debe romperse y, por lo tanto, condenas la existencia de un Golpe. Y eso debió haber sido firmado por todos y podría ser firmado por todos. Pero ahí hubo un error, primero, porque lo tira desde España, en una entrevista. Hubiera sido mucho más lógico que se juntara, conversara y explicara su propuesta», señala en la entrevista de La Tercera.

Cree que aún hay tiempo para ese gesto histórico: «Yo pienso que sí, que si hubiese esa capacidad de conversar con todos los presidentes de partidos y explicarles que no es más que esto: no puede haber una verdad oficial, porque no tiene sentido. Es imposible, es absurdo. Lo único que puede haber es este compromiso. Es lo que aprendimos nosotros en la renovación, en nuestra autocrítica profunda post 73, en el sentido de reconocer que no estuvieron a la altura como partido, que había divisiones, que no seguían la misma estrategia, etc. Y esto fue muy importante, porque empezamos a ver que era trascendental que cualquier cambio requiere mayoría, pero además se hace como quería el Chicho: con democracia, con libertad, con partidos, con Congreso, con toda la institucionalidad».

EL ESTALLIDO SOCIAL

Reconoce que en el estallido social se rompieron límites innecesarios: «A ver, efectivamente ese estallido demostró una cantidad de cuestionamientos muy fuertes y muy distintos, pero que en el trasfondo mostraban lo que siempre hemos dicho: una sociedad muy desigual, donde hay gente que no accede ni a lo más básico. Eso irrumpió con mucha fuerza y con una masividad impactante. Ahora, obviamente, cuando pasan esas cosas siempre ocurren estas otras que pasan los límites. No había necesidad, pero son como incontrolables esas situaciones, la destrucción y saqueos de supermercados era absurdo, eso no tenía ningún sentido. Y ahí sí, a lo mejor, sí, podríamos haber tenido una voz más fuerte para decir ‘momento, estamos completamente de acuerdo con lo que ha pasado, esta gente está manifestando muy profundamente lo que siente, pero no necesitamos quemar supermercados’. Creo que ahí puede haber faltado aquello, pero acuérdate que a la par que se quemaron los supermercados o estaciones de Metro, empezaron a estallar los glóbulos oculares y tú no podías poner a la altura al supermercado cuando tenemos 400 personas que tienen lesiones oculares.

Aquí hubo una represión brutal, desproporcionada», asegura Isabel Allende.

Respecto al PC, los 50 años y la búsqueda de una sola verdad de ese partido, señala que «No sé si pide una sola verdad. Y entiendo no es tanto el Partido Comunista como tal, sino que las organizaciones de derechos humanos, lo que es parecido pero no igual. Y ahí es otro mundo, porque hay un nivel de sensibilidad que es enteramente entendible. Cuando te has pasado 50 años buscando esos restos y todavía no tienes justicia… Ahí inicialmente hubo poca incorporación y poca sensibilidad de entender esta realidad especialísima. Debió haber sido siempre como lo que está haciendo ahora el ministro Cordero. Explicar qué significa esto de la búsqueda, que no tiene más sentido que decir ‘mire, el Estado es responsable. No se hizo responsable, pero llegó la hora de decir que somos responsables’”.

UNA SOBRIA CEREMONIA

«Muy solemne. Yo le decía al Presidente, ‘mire, los ojos del mundo van a estar puestos en lo que pase en La Moneda’. Porque ahí pasó todo. En el sentido de que el bombardeo, la muerte del presidente marcaron al mundo.

Y yo creo que él (Boric) tenía razón de tratar de hacer esto, pero no le ha ido bien por las razones que hemos hablado y porque a lo mejor se precipitó, pero sobre todo porque el ambiente está muy crispado», reconoce.

RECUERDOS DEL GOLPE

«Ese día 10 en que cenamos, recuerdo exactamente haberlo visto más tenso.

Y en esa comida había tensión. Nosotros después nos retiramos, yo me vine a mi casa, no le hice caso, porque él pide que me vengan a dejar, pero yo pesqué mi auto nomás y me vine. Si no, no llego a La Moneda el otro día».

La despedida de su padre en La Moneda el 11 «Eso fue lo terrible. Cuando nos despedimos, en la puerta de Morandé 80, tuve la percepción de que no era el final. Y de alguna manera me aferré a que esa no era la última vez que lo iba a ver. Estaba con una sensación de como que algo podía pasar. Creo que en mi cabeza quería el tanquetazo. Quería creer que esto podía revertirse».

Acerca de si ha llegado el momento del perdón, opina que «A mí la palabra perdón no me hace mucho sentido. Primero, porque creo que tiene un cierto contenido religioso que no está en mi ADN. Pero reconciliada quizás, no sé cuál es la palabra. Yo tengo todo tipo de reencuentros y me parece que eso es lo que deberíamos tener cuando compartimos ese mínimo civilizatorio, como digo yo. Pero no puedo sentir un reencuentro o no me siento bien cuando veo este tipo de expresiones».

LAS PÉRDIDAS DE LA SENADORA

«Sí, Laura Allende tenía un cáncer avanzado. Es la hermana menor de mi padre, el Chicho la adoraba. Y era una mujer bellísima. Laura Allende trató de llegar a Tomás Moro. No lo logró. Después la detuvieron. Estuvo en Cuatro Álamos. Finalmente sale exiliada. Vive en Cuba. El cáncer avanza. Pide entrar a Chile a morir y no la dejan. Y entonces se tira del piso no sé cuánto de un hotel en Cuba. Fue un acto de absoluta rebeldía de hacer ver, de remecer, porque no la dejaron entrar.

Lo de mi padre, si me preguntas cómo lo vivo, bueno, nosotros teníamos claro que mi padre no iba a salir en el primer avión que le ofrecieran. Sabíamos que iba a hacer lo que hizo si llegaba el caso.

No es el suicidio de una persona que está deprimida, que es lo que ocurre con Beatriz.

Y a Tati, lamentablemente, le afectó mucho dejar La Moneda, se querían mucho con mi padre. Pero, además de eso, Tati en Cuba era como el símbolo. Todo llegaba a ella, y nunca tenía un descanso. Te lo pongo de la siguiente manera: yo en México salí durante 15 años a hacer recorridos por todo el mundo, pero cuando llegaba a México no era nadie. Era un ser normal y corriente.

Tati fue símbolo 365 días del año, durante no sé cuántos años, y recibiendo todos los testimonios de toda la gente que salió presa, torturada. Yo creo que le fue entrando una depresión sin que tuviéramos conciencia de la profundidad. Y aparte, cuando ya empezó a verse en ese momento, quiso buscar algo y ya era tarde. Yo paré durante dos años, fui una estudiante posgrado, para desarrollarme yo y para convivir, y qué sé yo… Y Tati nunca tuvo esa oportunidad. Se le fue entrando una cosa muy fuerte y no fuimos conscientes. Empezamos a notar que no estaba tan bien, de alguna manera por sus cartas y la última vez que la vi, pero nunca pensé que había llegado a ese punto. Esa es la verdad».

PERDER UN HIJO

También enfrenta el suicidio de su hijo, Gonzalo Meza: «Sí. Eso ya es otra cosa, difícil. Gonzalo siempre fue un poco especial. Tenía una epilepsia muy niño, después se le quitó, después regresó la epilepsia. Viajamos a Francia, tratamos de ver si había alguna alternativa y no resultó.

Y hay cosas que marcan mucho. Estos días que decía que estaba haciendo mi ejercicio de memoria de escribir, a diferencia de Tencha, que el 11 en la casa de Felipe Herrera no dejaron poner ni radio ni televisión, Gonzalo y Marcia se van a la casa de los padres de Romilio, el papá de Marcia, y Gonzalo escuchó todo. Entonces yo pensaba, ¿cuánto debe marcar a un niño que se entera así, violentamente, que su madre partió a La Moneda, que la han bombardeado? Pero, además, él en el último tiempo como que no se encontraba a sí mismo. No sabía qué hacer. Tuvo distintos proyectos y no le fue bien.

Eso sí que es duro. Y al mismo tiempo es bien raro. Yo lo único que quisiera decir es pucha, yo lo prefiero aquí con todos sus problemas y con todas sus dificultades, con no encontrarse a sí mismo, qué sé yo. Pero dentro de todo, tengo esa sensación de que Gonzalo tenía plena conciencia de que de alguna manera iba a ser ‘un cierto alivio’, era su opción. Cuando la gente toma una determinación como esa es muy difícil que tú puedas intervenir. Y es liberador para esa persona. Y yo creo que Gonzalo, en su fuero íntimo, sabía que él iba a estar siempre como trastrabillando. Me gustaría tenerlo, lo echo de menos. Pero también respeto eso».

Esta fecha para Isabel Allende, la persona, implica «Emoción, recuerdos, un orgullo por los padres que tuve. A mí Tencha también me generó una tremenda admiración, creo que fue una mujer increíble. En Chile, ya en los años finales, fue maravilloso, porque esa mujer llena de energía y vitalidad se volvió más tranquila, era como más abuela (…) tuvo sus momentos muy felices y otros que no, obviamente. Yo creo que en general, sí. Tenía buenas amigas, sabía disfrutar, fue muy respetada, en todos lados la recibían con mucho cariño. Yo creo que eso también le hizo bien, porque jugó un rol muy fuerte y nadie la obligó.

Pero después fue bonito, porque se volcó acá a ser la Tencha sola, sin apellido», recuerda la senadora.

SOLO ISABEL

Siente que ella misma está viviendo aquello: «Sí, es como raro decirlo, pero yo quiero terminar como lo estoy haciendo. Me gusta lo que hago, pero también me siento un poco en retirada. Y me parece bien. Ya he cumplido hartos ciclos en la vida y eso me tiene bien tranquila. Lo único que lamento a veces es que digo pucha, mis amigas son todas medio pobretonas, jubiladas, y vamos a tener ya muchos años que no vamos a poder viajar.

Digo chuta, tenía tantas ganas de jubilarme y hacer viajes por puro placer, porque tengo ganas de ir a Escocia, me gustaría conocer Irlanda, me gustaría volver a Machu Picchu, pero ya no sé si va a haber condiciones, pero en fin. Abrí espacios, me lancé a cosas que no habían ocurrido, fue la primera vez que una mujer fue presidenta del partido, la primera vez presidenta del Senado, la primera vez de muchas cosas, pero está bien.

Me siento muy en paz», concluye quien fuera la primera mujer presidenta del Senado, la hija de Allende y «Tencha» como llama a su madre, rodeada también de dolores y pérdidas, pero sobre todo, que se siente Isabel Allende, ella misma.

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