El exalcalde de Recoleta, Daniel Jadue, arremetió contra la reciente entrega del Premio Nobel de la Paz a la activista venezolana María Corina Machado, transformando el anuncio en una tribuna para cuestionar el papel político que —a su juicio— cumple el galardón en el escenario internacional.
En una columna publicada en El Siglo, medio vinculado al Partido Comunista, Jadue sostuvo que la decisión “opta por llamar ‘paz’ a lo que en el Sur conocemos como intervención y tutela”. A su juicio, el comité reconoció a una figura que “se ha puesto a disposición de una potencia extranjera para promover un golpe de Estado” y que “ha llegado a pedir una intervención militar extranjera”.
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El exjefe comunal, actualmente investigado por la Fiscalía por el caso Farmacias Populares, también criticó el contraste entre la elección de Machado y el desestimiento de otras figuras globales como Greta Thunberg, quien —según subrayó— “ha exigido el alto al fuego y el fin del genocidio” en Gaza.
“INSTRUMENTO DEL CAPITAL GLOBAL”
Jadue amplió su crítica más allá de la figura de Machado y apuntó directamente al significado político del Nobel. “El Comité ha actuado como un elenco propio del teatro del absurdo”, escribió, antes de añadir que la entrega del premio “es una declaración profundamente política que termina por sepultar el ya discutible prestigio de un galardón que se ha transformado en instrumento simbólico del capital global”.
Según el exalcalde, “el Nobel actúa como lo que es: un aparato de hegemonía atlántica que convierte el orden imperial en virtud moral”.
“NO ES UN GESTO SIMBÓLICO, ES CAPILARIDAD POLÍTICA”
Jadue cerró su columna advirtiendo que este tipo de reconocimientos no son neutros: “El premio no es solo un gesto simbólico, es capilaridad política. Fortalece la línea dura de las sanciones que matan de hambre a poblaciones, blanquea la intervención por encargo y estigmatiza a quienes defienden alto el fuego, negociación y soberanía”.
Para sostener su argumento, citó al economista Samir Amin, calificando la situación como un caso de “imperialismo colectivo”: una red de gobiernos, capitales y medios que distribuyen zonas de influencia y aplican el derecho internacional “según convenga”. En este contexto, acusó a Occidente de “morderse la lengua para no pronunciar ‘Gaza’” mientras “elogia a quien legitima la excepción como método”.