Jara instala el tema del tono: la pregunta que Kast no quiso responder
En el bloque final —el de preguntas cruzadas— quedó en evidencia, otra vez, el patrón del debate:
cuando las preguntas son directas, Kast no contesta directo.
Jara abrió el segmento con una interpelación precisa:
¿Se ha preguntado Kast si su tono divisorio, que separa al país entre “buenos y malos”, le hace daño a Chile?
¿Se ha planteado que la ciudadanía espera propuestas, no descalificaciones familiares o personales?
La pregunta era nítida.
Pero Kast evitó responderla.
Ni siquiera intentó explicar su estilo.
Desvió todo hacia seguridad, delitos violentos y críticas al gobierno.
La candidata terminó subrayándolo en vivo:
“Tu estrategia es siempre atacar al otro, ¿no puedes responder la pregunta de frente?”
Y tenía razón: Kast nunca respondió el punto.
Ni una frase sobre el tono.
Ni una reflexión.
Nada.
Las 40 horas: otra pregunta concreta, otra evasión
La segunda parte de la interpelación fue igual de directa:
¿Mantendrá Kast la reducción de jornada laboral a 40 horas o la revertirá, como sugieren dirigentes de su sector y como indica su propio programa en el caso de las pymes?
Era una pregunta binaria: sí o no.
Pero Kast, fiel a su estrategia, no partió respondiendo.
Otra vez giró hacia la delincuencia, hacia balaceras, hacia cifras de violencia —todas reales, pero ajenas a lo preguntado.
Sólo después, presionado por los tiempos de la moderación, entregó una respuesta parcial:
dijo que “no tocará” las 40 horas.
Pero ese enunciado dejó dos problemas:
No explicó por qué entonces su programa sí menciona suspender la medida en pymes.
No desmintió a sus propios parlamentarios, que han planteado abiertamente echar pie atrás.
Jara, en cambio, detalló por qué la jornada reducida mejora calidad de vida, recordó que ella misma la impulsó como ministra del Trabajo y explicó la importancia de compatibilizar derechos con productividad.
Cuando la moderación exigió respuestas, Kast volvió a escapar hacia generalidades
La periodista intervino más de una vez para pedir respuestas directas.
Era evidente que Kast prefería monólogos sobre seguridad antes que contestar la pregunta del segmento: su tono divisivo y su posición laboral.
Incluso cuando Jara citó hechos concretos —como las 33 medidas mal citadas en el programa de Kast—, el candidato evitó corregir o precisar.
Se refugió en ataques globales al gobierno, al oficialismo y a su diagnóstico permanente del país.
Una dinámica asimétrica: una candidata que responde y un candidato que evita responder
El cierre del debate consolidó lo que ya se veía en los bloques anteriores:
Jara pregunta y responde.
Los periodistas preguntan y repreguntan.
Kast responde otra cosa.
Cuando se le pidió reflexionar sobre el tono: no respondió.
Cuando se le preguntó por 40 horas: desvió.
Cuando se le exigió definir, solo entregó líneas generales sin hacerse cargo de sus contradicciones internas.
La moderadora llegó a intervenir para evitar que el candidato siguiera evadiendo el foco del segmento.
Conclusión editorial del bloque 3: el debate terminó igual que empezó para Kast
El bloque final mostró el mismo cuadro que había marcado toda la noche:
Kast evade, Jara responde.
La candidata cerró insistiendo en que hay que hacerse cargo del país “en serio”, con datos y definiciones claras.
Kast, en cambio, intentó cerrar con el mismo libreto de seguridad sin haber contestado las dos preguntas que abrían el eje.
En un espacio diseñado precisamente para obligar a los candidatos a responderse mutuamente, Kast eligió no hacerlo.
Y esa decisión —persistente, repetida, visible— terminó siendo uno de los rasgos más notables y comentables del debate.
