Una serie de movimientos tendientes a acecarla al electurado de centro ha realizado la candidata oficialista, Jeannette Jara, y una de ellas ha sido distanciarse del Partido Comunista (PC), colectividad donde milita desde los 14 años.
Sus guiños hacia ese sector incluyen también modificaciones en su programa de gobierno, donde ha buscado abordar preocupaciones del Socialismo Democrático y otros sectores sobre su visión económica.
Y ahora, su estructura de campaña involucra a representantes de todas las tiendas del oficialismo.
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De hecho, en una reunión celebrada el 10 de julio en la residencia del diputado Tomás Hirsch, participaron cerca de 25 dirigentes oficialistas. Entre ellos estuvo el vicepresidente del Partido Socialista (PS) Arturo Barrios, y la timonel del PS, Paulina Vodanovic, y solo hubo dos ppertenecientes al PC: Lautaro Carmona y Bárbara Figueroa.
“Partimos de nuevo ahora. Vamos a conformar un comando con una integración unitaria”, afirmó la abanderada en ese primer encuentro posprimaria.
Por lo que se sabe hasta ahora, la estructura de campaña de Jara incluirá una mesa política con líderes de su coalición, un jefe de gabinete y un equipo estratégico y acercamientos al centro.
TAN CERCA, TAN LEJOS
De este modo, Bárbara Figueroa dejó la jefatura de campaña y se formará un grupo que, aunque mantendrá conexión con el PC, también buscará representar a una gama más amplia de tendencias dentro del espectro político.
La candidata ha instado a otros partidos a proponer nombres para las diversas comisiones de su campaña, enfatizando la colaboración interpartidaria.
De acuerdo con The Times en español, «la estrategia de Jeannette Jara refleja un importante giro dentro del panorama político chileno, donde las alianzas y el apoyo multidimensional son esenciales en un escenario electoral cada vez más polarizado. La decisión de Jara de distanciarse del PC puede ser interpretada como un intento de trascender las limitaciones que representan las ideologías arrinconadas en el pasado».
De acuerdo con la publicación, «la táctica de presentar una imagen de moderación y conexión con el centroizquierda podría abrir puertas a votantes que se sienten desilusionados con las tradicionales políticas comunistas. Sin embargo, el riesgo de alienar a su base puede resultar en una doble espada: por un lado, puede atraer nuevos electores; por otro, puede provocar el descontento de los militantes de base que esperaban un apoyo más claro a los principios del PC».