Cuando el papel dice una cosa y el candidato dice otra
El bloque de pensiones y empleo dejó algo incómodo para José Antonio Kast:
su campaña dice una cosa y su programa, otra.
La periodista le leyó textual su plan “M&M, más y mejor trabajo”.
En la propuesta 2, se promete “estudiar seriamente” las consecuencias de las 40 horas, evaluando su impacto y efectos en las pymes.
La pregunta fue simple y directa:
¿Planea suspender la ley de 40 horas antes de que termine de entrar en vigor en 2028?
Kast respondió “no”.
Dijo que no tocará la ley.
Pero nunca explicó por qué entonces mantiene en su programa la idea de suspender su aplicación para pymes, algo que Jara recordó en vivo.
La contradicción quedó instalada:
en pantalla promete respetar las 40 horas,
en el papel se reserva la puerta para frenarla.
Repreguntas, insistencia y la misma evasiva
La periodista volvió a preguntarle:
¿Cuánto tiempo se tomará para “estudiar” la ley?
¿Esperará a 2028 o intervendrá antes?
Kast insistió en que “no la tocará”, pero se refugió en otra cosa:
hablar de capacitación, de máquinas que reemplazan personas y de una reforma tributaria para incentivar contrataciones.
Es decir, volvió a desviar la pregunta.
No aclaró qué significa en concreto “estudiar seriamente” una ley que dice no querer tocar.
Jara lo remató con un dato incómodo:
en una versión previa del programa republicano, el punto 2 decía derechamente “suspender la aplicación de las 40 horas para pymes”.
El cambio de discurso quedó expuesto en horario prime.
Jara reconoce costos, pero defiende su reforma y el rol del Banco Central
A diferencia de Kast, Jara sí respondió cuando la interpelaron por los informes del Banco Central.
Le preguntaron si reconoce que las 40 horas y el alza del salario mínimo generan costos laborales y afectan el empleo formal.
Jara no lo negó.
Dijo que es “efectivo” que hay costo, pero que la ley se diseñó con gradualidad, adecuaciones por sector y un sello 40 horas que muchas empresas adoptaron incluso antes.
Defendió el IPOM en su conjunto.
Recordó que el propio Banco Central atribuye parte del crecimiento a reformas laborales que ella lideró:
alza histórica del salario mínimo, 40 horas y cambios previsionales.
El contraste fue claro:
mientras Kast rehúye la letra chica de su propio programa,
Jara se hace cargo del costo político de las reformas que impulsó.
Salario mínimo, destrucción de empleos MIPYME e ingreso vital: una respuesta, con riesgos
La periodista la apretó con otro dato:
se crearon 137 mil empleos en 12 meses,
pero se destruyeron 50 mil empleos MIPYME, sobre todo tras el fin del subsidio por salario mínimo.
¿No quedó mal diseñada la política?
¿No puede su “ingreso vital” de 750 mil pesos profundizar ese daño?
Jara respondió desde la mirada social:
es inaceptable que trabajando jornada completa no alcance para vivir.
Propuso un ingreso vital con subsidios y apoyo específico a pymes,
además de un plan de crecimiento basado en inversión, exportaciones, logística y energía limpia.
Lo que no pudo garantizar es que no haya impacto en contratación.
Ahí su respuesta quedó corta.
Pero al menos admitió el dilema:
más sueldo cuesta más contratar.
Indemnización a todo evento: otra promesa poco clara de Kast
Kast fue consultado por otra parte sensible de su programa:
la indemnización a todo evento financiada con cargo a los propios trabajadores.
Nuevamente, el libreto fue el mismo:
primero habló de “derechos adquiridos”, luego planteó un sistema hacia adelante donde el trabajador acumula años y se lleva todo si se va.
No explicó cómo se financiaría el fondo.
No aclaró el rol del empleador.
Tampoco respondió si la nueva alternativa conviviría de verdad con el sistema actual sin presionar a los trabajadores a elegir el modelo menos conveniente.
Jara, en cambio, devolvió la pelota al cuadro grande:
crecimiento, diálogo social, modernización y capacitación en inteligencia artificial para 150 mil personas.
No profundizó en la indemnización, pero fijó su prioridad en más empleo con derechos, no en flexibilizar a la chilena.
Balance del bloque: un candidato enredado en sus propias palabras
El bloque de pensiones y empleo dejó una conclusión difícil de eludir:
Kast fue arrinconado por su propio programa.
Se contradijo en 40 horas, no precisó plazos, no despejó sus ambigüedades.
En la indemnización, repitió la idea, pero sin explicar quién paga la cuenta.
Jara, por su parte, defendió su reforma laboral con sus costos y beneficios,
aceptó lo que dice el Banco Central
y ofreció una respuesta política coherente con lo que ya hizo como ministra.
A la hora de votar, esa diferencia no es menor: uno promete revisar, pero no dice cómo; la otra se hace cargo de lo que ya firmó.




