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La candidata del Sí: El legado de Evelyn Matthei

Teresa Frías K.

En una derecha que se esfuerza entre el conservadurismo duro el liberalismo moderno la figura de Matthei refleja una tensión no resuelta.

Evelyn Matthei, es una figura emblemática de la derecha tradicional, consolidando su posición como una de las principales candidata de cara a la elección presidencial.

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Y  no es para menos, con un 28% de menciones en las encuestas, lidera la carrera hacia La Moneda, superando a otros contendientes del sector más extremo de la derecha como José Antonio Kast o Johannes Kaiser.

Sin embargo, su reciente despliegue ha causado más urticaria que apoyo dentro de Chile Vamos. Revolviendo las aguas y desordenando el castillo de naipes que venían armado.

«Era necesario, si no nos íbamos derechito a Cuba, no había otra alternativa», dijo la candidata presidencial de Chile Vamos al ser consultada respecto del golpe cívico militar que en 1973 lideró Augusto Pinochet.

«Yo lo que quiero señalar es que probablemente al principio, en 1973 y 1974, era bien inevitable que hubiesen muertos, pero ya en el 78, el 82, cuando siguen ocurriendo, ahí ya no, porque había control del territorio», agregó.

“Entonces ahí yo siento que hubo gente que le hizo mucho daño, loquitos que se hicieron cargo y que nadie los frenó a tiempo”, agregó en entrevista con Radio Agricultura.

DEFENDIENDO LO INDEFENDIBLE…

Más tarde, Matthei volvió a abordar sus palabras. «Todos los sectores políticos fueron responsables del quiebre de la democracia. Entre ellos, la izquierda que debilitó las instituciones y el Estado de Derecho, con la intención de llevar a Chile a un gobierno totalitario, un proyecto que la mayoría de los ciudadanos rechazaba», adujo en su cuenta de X.

Y agregó que «el golpe fue, lamentablemente, el resultado de un fracaso colectivo, la incapacidad de la política para encontrar una vía democrática de solución a los desacuerdos. Hoy la izquierda, que hace Gobierno con el Partido Comunista, que justifica lo que ocurre en Venezuela, Nicaragua y Cuba, distorsiona groseramente mis dichos».

Dicho eso, expresó: «Se los digo fuerte y claro: Nunca he justificado ni justificaré las violaciones a los derechos humanos. Mi compromiso, ha sido siempre con el diálogo y la democracia».

Lo cierto, es que cuando Jeannette Jara salió en defensa de Cuba negando que había una dictadura, Matthei fue una de las primeras en criticarla asegurando que  “la (ex)ministra Jara es comunista, y los comunistas obviamente que niegan que Cuba sea una dictadura».

Pero hoy, está bien justificar una dictadura, sobre todo una que ocurrió en el país que pretende gobernar, con ciudadanos que siguen sufriendo por las muertes de sus familiares, por quienes aún esperan justicia, aquellos que no se pudieron recuperar nunca de las torturas sufridas por agentes del Estado.

JUSTIFICACIONES Y AMBIGÜEDAD

Matthei a lo largo de su carrera presidencial ha querido dibujar una derecha más liberal y moderna, pero no se puede borrar con el codo lo escrito con la mano o en su caso dicho lo dicho.

Recordemos que su historial incluye haber votado a favor de Pinochet en el plebiscito de 1988. En más de una ocasión ha reconocido ese voto, sin mostrar mayor arrepentimiento, argumentando que «en ese momento creía que era lo correcto».

Además, ha minimizado los crímenes, señalando que en dictaduras «siempre pasan excesos». Se ha negado a calificar a Pinochet como un dictador y ha sostenido que «también se hicieron cosas buenas en ese gobierno».

Matthei fue militante de Renovación Nacional y luego de la UDI, partidos que nacieron al alero del régimen militar y que, hasta el día de hoy, han tenido dificultades para hacer una condena firme y sin matices de la dictadura.

La candidata de Chile Vamos ha evitado condenar abiertamente los crímenes de la dictadura y ha caído varias veces en discursos ambiguos o directamente justificatorios.

¿JUSTIFICA DESAPARICIÓN, MUERTE Y TORTURA?

En Chile, según informes oficiales 3.065 personas fueron asesinadas por agentes del Estado, de ellos 1.469 ejecutados políticos y 1.596 detenidos desaparecidos.

Más de 40 mil personas fueron víctimas de prisión política y tortura. De hecho organizaciones de DD.HH. estiman que la cifra podría superar los 50 mil si se incluyen a quienes no testificaron o no fueron reconocidos formalmente.

Al menos 307 menores de 18 años fueron víctimas de violencia política , más de 200 mil personas fueron forzadas al exilio. Hasta el día de hoy más de mil personas permanecen como detenidos desaparecidos

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